A nueve años de la noche de Iguala las madres y padres de los normalistas detenidos-desaparecidos el 2 de septiembre de 2014 hacen un plantón frente al campo militar número uno. Exigen que las fuerzas castrenses entreguen toda la información que tienen.
A nueve años de la noche de Iguala AMLO, el actual presidente, asegura que el ejército ha entregado todo “lo que tenía”. Pero “volverán a buscar”. Esto, a pesar de que el grupo de expertos internacionales (GIEI) ya dejó en claro que el Ejército no entregó toda la información.
A nueve años hay dos generales presos, otros oficiales, un exfiscal general y unos cien civiles detenidos. También, han muerto o han sido asesinados más de 20 testigos o participantes en la desaparición forzada.
A nueve años, sin embargo, José Luis Abarca, entonces presidente municipal de Iguala, y acusado de haber tenido un papel protagónico en la desaparición forzada de los jóvenes se encuentra prácticamente libre de todo proceso vinculado a Ayotzinapa. Sólo lo mantiene en la cárcel la ejecución extrajudicial de Arturo Hernández Cardona.
A nueve años Omar García Harfuch, uno de los mandos policiales que participó —por omisión o acción— en la supuesta “verdad histórica” que fabricó la administración de Enrique Peña Nieto, se propone como candidato interno para la jefatura de gobierno de la CDMX.
A nueve años, los tíos y hermano de Julio César Mondragón Fontes, joven de 22 años que fue torturado y desollado aquella noche, siguen exigiendo que se les incluya en las discusiones y en las mesas de trabajo del caso. Acusan que desde el inicio se les ha excluido: como si la tortura de un muchacho que recién era padre no fuera importante.
A nueve años, se han dado al menos cuatro filtraciones escandalosas a la prensa, tanto nacional como internacional. La mayoría de estas filtraciones vino de fuentes castrenses, otras, del interior de la FGR. Algunas más, de la DEA. ¿Cuál es el interés de un filtración?
A nueve años de aquella noche, se sigue sin saber por qué el comité estudiantil de entonces envió a jóvenes de nuevo ingreso, por la noche, a un municipio que les estaba vedado bajo amenaza de muerte. Hay quien dice que ahí también se debe investigar.
A nueve años se saben cosas: se sabe que es una historia con muchos actores, muchos intereses. Se sabe que hubo acuerdo desde diferentes órdenes de gobierno para acallar la participación del Estado mexicano. Se sabe que el crimen organizado no se asienta en una región sin tener vasos comunicantes profundos con las instituciones, las empresas, los cuerpos de seguridad.
A nueve años, las mineras que se asientan en la región siguen trabajando como si nada. En los pueblos desaparecen, violan, matan. Pero nada detiene la extracción de metales.
A nueve años, el caso anda desparramado por al menos cinco ministerio públicos, y torres enteras de papeles que empiezan a deteriorarse… cada día que pasa se pierden rastros, datos…
A nueve años, algunos libros de texto contemplan la historia de los 43 estudiantes. Hay un esfuerzo colectivo por preservar la memoria, para que estas historias no se repitan, para proteger las normales rurales. ⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
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