La noticia se hizo viral desde el martes: la reportera Nicole Zedeck —del medio israelí I24 News— afirmó sin pruebas que 40 bebés fueron decapitados por Hamas. El contexto es la escalada de violencia entre Israel y Palestina. La reportera, desde el Kibbutz Kfar Aza, dice en un enlace en vivo que los terroristas de Hamas han devastado el lugar y que los soldados le han dicho que hay bebés decapitados. La información corre como pólvora aunque sin más detalles. Tiempo después publica un tuit matizando lo dicho: ahora la certeza de la masacre infantil se transforma en que los soldados “creen” que ocurrió tal desgracia. Mientras avanzan los minutos y las horas, siguen ocurriendo cosas: la embajada de Israel en Francia tuitea un mensaje en el que se conduele por la muerte —en ese entonces ya se había difundido el número— de los 40 niños. Sin embargo, mientras más crece la indignación en los medios occidentales, hay un vacío de información y de detalles.
Avanza el mediodía en México y en la cuenta de Nicole Zedeck (@Nicole_Zedek) aparece una entrevista al soldado David Ben Zion que, a grandes rasgos, repite la información de los niños asesinados, aunque tampoco da detalles. Poco después el medio turco Anadolu cita a una fuente militar de Israel que no puede confirmar el hecho. Para ese entonces cualquier aclaración sale sobrando: medios globales —alineados en general con la narrativa de EU y sus aliados en Medio Oriente— difunden la misma información. Algunos, ante la falta de detalles, se toman la libertad de poner algo de su cosecha: el columnista del portal Libertad Digital, Daniel Rodríguez Herrera, relaciona la muerte de los niños con los gulags y los nazis; otros comparten fotos de cunas con rastros de sangre. No hay, por supuesto, créditos de las imágenes ni más contexto. En México la mayor parte de los columnistas y locutores de los grandes medios replican la historia de los 40 bebés decapitados, tomando como fuente a agencias como CNN que, a su vez, conducen a la misma información sin confirmar propagada por la reportera israelí.
Mientras avanza la noche del martes hay más dudas sobre la masacre: en efecto, el Kibbutz Kfar Aza fue atacado y hay muertos. Sin embargo, no hay más información de los niños. No hay, como refieren algunos usuarios en las redes sociales, nombres de ellos ni, mucho menos, las historias de sus familias, en particular de sus padres. En medio de la guerra de propaganda que busca desacreditar al enemigo, es extraño que el gobierno de Israel —y medios afines— no documenten el atroz evento, no sólo para efectos mediáticos sino, incluso, legales. Llegando a las 21 horas de México y, ante el silencio del gobierno de Israel o declaraciones como las de Roni Kaplan —vocero de sus fuerzas armadas—, quien admite que no puede confirmar la muerte de los niños, algunos periodistas como Pascal Beltrán del Río, de Grupo Imagen, comienzan a recular y echarle la culpa a la nota original surgida del medio I24 News.
Hay un par de preguntas que hacer con esta noticia que, en el lapso de poco más de 24 horas, tuvo un inicio explosivo, viral, para después diluirse con la avalancha de información que surge de la guerra en Medio Oriente. ¿La reportera Nicole Zedeck cometió un error al confiar, a ciegas, en un dicho sin confirmar por parte de uno o más miembros del ejército de su país, o hubo un acuerdo previo para crear esa historia entre el medio y los soldados? El siguiente elemento importante es, justamente, la difusión viral de una noticia sensacionalista, que contribuye a crear caos en las redes y un estado de emergencia que refuerza una respuesta irracional por parte de los consumidores de información en internet. También refuerza la disonancia cognitiva (creer en aquello con lo que simpatizamos, más allá de las pruebas) de la gente. Refuerza, por último, la narrativa de los medios alineados con Estados Unidos y diferentes tipos de aliados a nivel global. La decapitación, por si fuera poco, remite a las ejecuciones hechas por el Estado Islámico (ISIS) en Irak y Siria. De esta manera, Hamás sustituye a los enemigos de Occidente en Medio Oriente, grupos que son fáciles de identificar en el imaginario popular y que, por supuesto, no son merecedores de ningún matiz o contexto adicional. La difusión de noticias falsas, viralizadas de forma instantánea por medios que antes eran medianamente confiables, añaden una cuota de locura en medio de una guerra que se extiende —en brotes que surgen gradualmente sin apagarse completamente— por el mundo. ⚅
[Foto: DE]
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