
Noto una picante voluntad de los proyectos administrativos-culturales, tanto de la Secretaría de Cultura de Guerrero como de la Dirección de Cultura de Acapulco, por autovanagloriarse en el “redescubrimiento” de la identidad regional. Es decir: sus declaraciones, tanto en entrevistas como en boletines, hablan más de una confusión que de una certeza en el plan de gobierno. Quieren mostrar el folclor y a eso le llaman identidad. Tropicalizan el raigambre vital de manera risible. Revictimizan a los creadores y hacen de las artesanías, los bailes, los chistes, las costumbres, las historias orales, leyendas, la música, las supersticiones y demás elementos culturales, una mera estampa decorativa.
Logran con ese plan de folclorizar el Estado y el municipio una gran gesta propagandística (por la Secretaría de Cultura me refiero Navidad en las Montañas, Guerrero en Los Pinos: artesanías, música, danza. Por la dirección de cultura de Acapulco, vamos, solo ha tenido La Nao) que podrían definirse como actos de buena voluntad bien capitalizados mediáticamente. Es decir: la promoción, la difusión y el acceso a bienes culturales, ¿se resolverá con festivales y ocurrencias de buena voluntad? ¿Se desecharán los proyectos valiosos de administraciones pasadas?
Los gobiernos de la 4T en el Estado encaran erráticamente la gestión cultural —como también ocurrió con el PRD y el PRI— y, por supuesto, a la brevedad inician los recortes presupuestales en aras de un mejor gasto público que nunca se ve reflejado en beneficio del rubro artístico. Si usted echa la memoria a funcionar, se dará cuenta que sin pandemia y con pandemia, lo cultural en Guerrero ha tenido más altibajos y deficiencias que con un poco de sentido común podrían ajustarse. Pero la política es un asunto de egos, así que solo resta agradecer que los funcionarios de la 4T en Guerrero no hablan de una revolución cultural, si no sería prudente iniciar un estudio psiquiátrico a cada uno de ellos.
Debe aplaudirse el buen humor de la secretaria de Cultura, Aida Martínez Rebolledo, y del director de Cultura de Acapulco, Christian Brito Salgado —a quien se le dio el puesto porque el actor Manuel Maciel renunció al cargo. Obviamente no habrá dinero, por eso dejan a Brito Salgado al timón de una barco sin pasajeros ni combustible—. Hablo de humor negro, porque si no tienen el capital suficiente, ¿qué harán en sus horarios laborales esos funcionarios de “izquierda”? ¿Administrar la pobreza?
Cuando se espera que algo cambie en la entidad se revelan planes, pero no de austeridad si no de un desinterés institucional, porque los funcionarios ignoran las nobles labores de la gestión institucional y, casi por añadidura, propician el olvido de las promesas de campaña electoral, donde se juró amor incondicional a los programas de apoyo y difusión a creadores.
En el caso de Martínez Rebolledo es claro que echa porras en todo momento a lo que la gobernadora dice y hace. Su trabajo es aplaudir (como en el viejo PRI, los funcionarios alababan al gobernador). Habla mucho más de Evelyn Salgado que de la cultura estatal. Después del presunto diagnóstico que hizo, la secretaria no supo valorar los programas y proyectos de administraciones pasadas que no son de élite ni mucho menos frívolos, pero como ella no los conoce, o no comprende el alcance que tienen, simplemente los descalificó, porque no hay nada más alejado del pueblo bueno y sabio que la élite. Llama la atención que haya afirmado que existen proyectos de élite cultural en Guerrero. Eso es puro escarnio. Se imagina, tal vez, que Acapulco es Shanghai, Singapur o Busan. No es comprensible que diga algo así. A menos, claro, que niegue la realidad.
El asunto con Brito Salgado es un poco más agrio. Está ahí porque la alcaldesa Abelina López no va a dar dinero a la cultura de Acapulco y puso a un elemento de la base política para que simule compromiso y trabajo, aunque eso solo sea un acto simbólico. Van a colgarse de la Feria de Libro Internacional y Popular Acapulco, que en realidad la coordina y ejecuta la Brigada para Leer en libertad, a cargo de Paloma Zais Tejero y Paco Ignacio Taibo II. No hay mucho futuro en la Dirección de Cultura de Acapulco.
Es injusto con la comunidad cultural el impasse de las autoridades. Quieren llevar a los creadores a una esquina, quieren silenciarlos, pero vamos, eso no va ocurrir. Los artistas se irán de la entidad o se quedarán a trabajar por su cuenta; lo triste es ver que los funcionarios usen el capital simbólico de la austeridad, la pobreza y la transformación como propaganda y atenuarán así (con la austeridad) los fracasos. Lo grave es que quieran vender una idea: Guerrero es pobre culturalmente. Pero eso es una insolencia.⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
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