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  • Geovani de la Rosa

De por qué ya no voy a encuentros literarios


Porque son una farsa. Porque no pagan. Porque estoy cansado y nadie soporta mi depresión. Porque no me devolverán el día o los días descontados en mi trabajo formal. Porque sufro ansiedad e incrementa cuando estoy rodeado de personas extrañas que creen tener la razón absoluta sobre la literatura. Porque es un encuentro de egos y mi mente ya no está capacitada para la competencia. Porque la oscuridad pudrió mis sueños de escritor. Porque escribo menos. Porque lo que escribo a casi nadie le gusta. Porque hay mucha hipocresía. Porque preferiría quedarme dormido todo ese día que andar en lugares desconocidos. Porque no habrá gente. Porque nadie me pondrá atención. Porque lo que diré será irrelevante para la vida de los demás. Porque no acabaré con el hambre ni con la guerra. Porque no tengo talento. Porque los libros ya no me dan esperanza ni ilusiones. Porque no pienso resolverle la chamba al gobierno y menos de a gratis. Porque aborrezco a los burócratas culturales que se sienten superiores. Porque las instituciones no aceptan que uno les está haciendo un favor y no viceversa. Porque no me publicaron un libro y soy un zoquete más financiando su propio libro. Porque no quiero ver a nadie. Porque prefiero tener por años mis libros olvidados en un rincón de la casa. Porque la gente no me entiende. Porque soy un individualista que desconfía de las reuniones sociales. Porque no quiero saludar a nadie. Porque no quiero estafar al público. Porque cae la lluvia, extraño el mar y mi corazón está seco. Porque no tengo derecho a enfermarme, a sentirme cansado, ni estar triste una tarde o mañana de mi vida. Porque tengo pendientes, de lo que sea, pero al fin pendientes. Porque yo me quería ir a sembrar arbolitos. Porque no quiero que nadie me ayude ni me cure de nada. Porque quiero vivir a salvo de falacias y gente deshonesta. Porque me gusta autoflagelarme y que los demás piensen lo que quieran de mí. Porque ya no tengo amigos. Porque Acapulco está podrido. Porque tengo hijos. Porque siempre me pintan como el malo de la película. Porque siempre estoy de malhumor. Porque todas las mañanas me duele la espalda. Porque todas las noches tomo desinflamatorios para quitarme el dolor de cabeza y dormir en paz. Porque ya no soy buen fornicador. Porque tengo la boca amarga a falta de mar. Porque se me caen los rizos y ya nadie me invita a jugar futbol. Porque debo ir a cortarle el cabello a los niños. Porque todo lo que nos rodea viene de China. Porque no tengo casa propia y mi madre y mi padre envejecen a máxima velocidad. Porque quisiera volver eterna a la abuela que me sobrevive. Porque no hablo con mis hermanos. Porque soy un mal padre y un hombre fracasado. Porque quisiera que se callen los perros de los vecinos y también cierren la trompa los vecinos. Porque quisiera que alguien intentara golpearme y tener derecho a destrozarle la cara. Porque ya no tengo fuerzas. Porque ya no puedo mirar más allá del horizonte. Porque tengo derecho a ver la vida como una tragedia y eso no significa que no disfrute vivir. Porque vivo, me emociono, sonrío, toco la guitarra, temo, bebo alcohol y me siento bien mirando a mis hijos mirar coches por la ventana. Porque así soy y no debería dar explicaciones. Porque los eventos literarios son una mierda y yo he perdido el ímpetu por arrasar con el mundo. ⚅

[Foto: Carlos Ortiz]

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