- Flor Venalonso Neri
Discéntricas: de cómo escriben algunas mujeres en México

En esta muestra de poesía joven convergen voces de mujeres de todos los puntos del mapa mexicano. Voces jóvenes, únicas, inquietas, reflexivas y con mucha carga contextual. Hermanadas por la convicción poética de abrir la brecha de escritura femenina y convocar espacios de reflexión a través del poema. Discéntricas: diferentes centros.
Como bien lo menciona Mariana del Vergel en su prólogo: la poeta es hija de su tiempo —a decir de Wislawa Szymborska—. En esta muestra de poesía joven mexicana de mujeres se ponen los poemas sobre la mesa, más que abrir discusiones poéticas y comparaciones de estilo son sobre todo reflexiones sobre la condición de la mujer, la búsqueda de identidad de cada poeta y declaraciones de lo que una mujer vive en el México actual:
“la rabia entera será mi lenguaje
tendré los ojos enloquecidos de tanto beberme
gritaré como siempre quise
como antes temí” (Anahí GZ)
No queda más que “revolcarme en mi furia”, “ser agua bravía entre lunares” (Anahí GZ); porque alguien me dijo que “soy un monstruo” (Esther), o porque para las mujeres “nuestro estar-siendo una” no basta, y donde “ni el desierto / ni el mar/ son suficientes para sepultarnos a todas” (Melissa del Mar) es la realidad de las mujeres en México.
La reflexión en los poemas queda al descubierto por la inclusión de preguntas constantes y de respuestas crudas que nos revelan nuestra realidad como mujeres en el panorama actual:
“Lo que nos crece en el pecho son tantas muertes
que no hay nube que quite de los ojos
la certeza de la despedida” (Akatl).
Así mismo, encontramos poemas que convergen en reflexiones colectivas, pues ser mujer ha sido un proceso de identificación y descubrimiento para cada una, como lo demuestran los poemas Puente umbilical de Anehel, la búsqueda de “cuerpos” en las reflexiones de Azul y Elisa. Cada mujer es única, como demuestran los poemas sobre las “mujeres de mi familia” (Estefanía y Zel). Incluso los autorretratos en Décimas de Leslie, Apóstrofe de Margarita, Raíz de Marjha, los “pájaros” de Violeta, la “lengua” de Paulina. La otredad en “las mujeres branquiales” de Cristina, como las “flores o raíces” de Nicté y las “piedras que son hipótesis” de Silvia.
Estas voces, más que ponderar la belleza del lenguaje, hacen del lenguaje un arma de reflexión constante y la revisión de tanto prejuicio hacia nosotras mismas, nuestros cuerpos y nuestras relaciones con el entorno y la sociedad para establecer un diálogo constante con las y los lectores. Porque como nos lo recuerda Valeria:
“Una parte de nosotras está estancada”.
Sin embargo, el panorama poético está cambiando y las mujeres estamos recuperando los espacios que por mucho tiempo firmamos como Anónimo. Esta es una muestra palpable y legible de que la escritura de mujeres es mucho más versátil y realista.
Así mismo, nos encontramos con poemas tan brillantes y dolorosos sobre “voces de la niña rota” de Diana del Ángel o con Prematura de Giselle para reflexionar:
“Ese mecanismo de lanzar al vacío
lo que aún no sobra o, incluso, lo que nos rechaza.”
Las mujeres estamos avanzando hacia una poética diversa y capaz de demostrar que la escritura femenina es una tarea compleja, pues al observar los Caminos de Eva Karen descubrimos la reflexión que conlleva la poeta para referir su lugar en el mundo como mujer:
“Así la continuidad
nunca más me volví a ver
ni a pensar”
y vamos reconociéndonos como seres humanos indispensables en el contexto social e histórico y ahora más poético que antes: “Del caos surgió un ala / que corté asustada” (Beth).
La poesía discéntrica se nos revela como un “derrumbe” en los poemas de Monserrath, y también como un “despertar” (Victoria), para darnos cuenta que como mujer:
“sostengo mi boleto
rumbo a la ciudad del caos
quizás sin retorno alguno” (Pattho).
Así, vamos descubriendo que las mujeres ya no hablamos desde la cocina o desde la idealización del amor, o quizás sí, pero desde una postura de Vitalidad como Xochipilli o como María y Mariel, y su lenguaje del amor. Con las voces y preguntas de cada una vamos estableciendo diálogos que nos ayudan a comprender mejor nuestro ser mujer en el mundo.
“sospecho que la carne de mis huesos
corrió a la barranca para aullar con los coyotes
para forrarse con el plástico de los cuerpos que no se nombran” (Anahí GZ)
Las discéntricas más que madres o nietas somos mujeres, somos hermanas, cada una desde su particular visión y acción en el mundo, donde quizá ya no sea indispensable una habitación pero sí una voz propia:
“Aunque todas mis hermanas soñaron encontrar el tesoro de mi padre,
yo sólo pude ver reflejada en la tierra la ambición
de una vida con descanso y primeramente,
la sombra de un abedul para los días de sol” (Akatl).
Sin duda estas Discéntricas son la revelación de las nuevas voces que están por venir en la poesía mexicana contemporánea.⚅
[Foto: Mau Abarca]