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  • Héctor Hernández

El amanecer nunca llegó

“Te amarraré las manos/el día del secuestroy te ataré en la cama/ de mi departamentono apagaré la luz/ para mirar tu cuerpoquiero saber que eres tú/ a quien conmigo tengo”.

Los Tucanes de Tijuana


Me sentí confiada, a las 2:20 am pedí un Didi y desde que me subí el chofer me preguntó: ¿a dónde tan solita? Me saqué de onda pero no tenía miedo. ¿Por qué habría de tenerlo? ¿Por qué he de vivir con la zozobra cotidiana de que me ocurra algo cuando salgo a bailar, al cine, a la escuela o a donde yo quiera ir? Escuché a la fiscal de Baja California recomendarles a los padres de familia “estar al pendiente como amigos y comunidad, de que las jovencitas no viajen solas por cualquier motivo que haya sido la salida, definitivamente, y aunque sean vehículos de plataforma”.

En el momento que estábamos en La Consentida escuchando música, pasándola muy curada, bebí ese vino tinto tan nuestro y tan amargo, no me sentí más aquí. Tuve el presentimiento de que sería mi último trago. No importa, me dije, la ciudad es nuestra.

Mi casa estaba a unos cuantos kilómetros, no me saldría tan caro el transporte por aplicación. Quería llegar a casa a dormir para mañana atender mis clases. Al subir me di cuenta de que me acompañaba la muerte. Intenté bajarme de inmediato pero la muerte ya había decidido el trayecto: me llevaría a pasear por la misma ruta que se toma después de estar en la zona de antros.

Pensé en la hora y le pregunté a la niña blanca a qué hora regresaría a mí casa. Me mostró el reloj y vi la vida de las desaparecidas extinguirse como si el tiempo fuera apenas un sorbito de vida.

Oye ¿qué te pasa? ¿por qué no me respondes? La muerte me miró de forma impasible y me dijo: ¡vamos a pasarla bien! ¿acaso no vienes a ligar? ¿por qué la minifalda? ¿por qué tú blusa tan escotada? ¿por qué te gusta salir sola? ¡Ven escóndete conmigo, embosquemos a las niñas inocentes! Disfrutemos el cielo blanquiazul de Baja California, aquí no nos preguntarán nunca nada ¿por qué mataste a éste o mataste al otro? diremos: andaba en drogas, engañó a su pareja, se enredó con alguien en las redes.

La muerte me preguntó si conocía Mexicali. ¡Aquí vivo, no seas güey! ¡Esta es nuestra ciudad! Y me preguntó: ¿Quién dijo eso? La gobernadora, esa señora, la artista de TikTok que viaja tanto como el personaje de La vuelta al mundo en ochenta días ¿Y ella qué sabe de Mexicali si siempre está de viaje?

El carro se detuvo en forma intempestiva. Primero bajo la muerte y después yo. Ella me dijo: mira, a todos ellos los buscan con angustia. Aquí yacen, aquí han sido tragados vivos, han descendido a la fosa, esta ciudad es una fosa.

Entonces miré el cielo y me di cuenta que el amanecer nunca llegó. ⚅

[Foto: David Espino]

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