¿Leer? No, eso ya pasó de moda
- Rosely E. Quijano León
- 17 mar
- 5 Min. de lectura

La lectura cotidiana, por placer, gusto o delectación, por pasatiempo o entretenimiento, o por provocación estética, ese acto individual y voluntario de leer, sí, es real; alguna vez se puso de moda. Y todavía lo está hoy, al menos entre una asombrosa comunidad cada vez más amplia en las redes sociales de influencers del libro: booktubers, bookstagrammers o booktoks.
En un ya muy lejano siglo XVIII, la novela ganó gran popularidad y lectores adeptos gracias a la factibilidad de adquirir un ejemplar propio para su lectura. Hoy se le conoce como “fiebre lectora” al fenómeno que detonó Goethe con su novela Las cuitas del joven Werther (1774), especialmente entre los más jóvenes, quienes se veían reflejados fielmente en las páginas de esta historia epistolar de amor imposible entre Werther y Lotte, una joven mujer comprometida con otro hombre. En esa época, el amor se concebía así: único y eterno.
Los intelectuales de la época se escandalizaron cuando comenzaron a surgir casos de jóvenes que, al parecer influenciados por la novela, terminaban suicidándose. La lectura estaba influyendo en el comportamiento de los lectores, pero, más allá de eso, la escritura de ficción tenía el poder de meterse en los pensamientos de las personas. Los libros y las historias comenzaron a ser peligrosos, y leer se puso de moda.
A tres siglos de distancia, los hábitos y comportamientos lectores han cambiado, aunque los lectores seamos los mismos. Las prácticas de lectura y los formatos han sido modificados desde la aparición del internet, el libro digital y, hoy, las redes sociales y la inteligencia artificial. Ya no sólo leemos en formato físico y libros completos; hoy leemos de manera más fragmentaria, en audiolibros, en series, en multiformatos, y muchísima gente puede afirmar que no le gusta leer o que no ha leído ningún libro en su vida y, sin embargo, sí lee.
Sólo que hoy no está de moda leer. Lo que está de moda es escribir.
Todos quieren ser escuchados. Las redes sociales, las series, la autoficción y las storytimes han generado la necesidad de contar algo. Los bestsellers de Amazon son el mejor ejemplo de que cualquiera puede escribir y que sólo se necesita una buena estrategia de marketing, conocer el truco secreto de Amazon y tener dinero para invertir. Lo importante es decir “mi libro se vende en Amazon”; no se necesita calidad ni ningún otro talento que la osadía.
Los influencers del libro promocionan la venta de los libros, pero no necesariamente la lectura o el hábito lector. Al menos, no todos. Sin embargo, en redes sociales, especialmente en Instagram y TikTok, generan comunidades de millones de seguidores y potencialmente lectores, lo que demostraría entonces que leer nunca ha pasado de moda.
Entonces, ¿por qué las estadísticas del INEGI sobre lectura cada año arrojan que en México se lee cada vez menos?
Bueno, se sabe que esa encuesta ya no está del todo vinculada con los nuevos hábitos y formas de leer. Si seguimos preguntando cuántos libros se leen al año, la gran mayoría de los encuestados no se asumen como lectores de libros. Es una idea que no se ha podido erradicar de la conciencia colectiva: que ser lector es exclusivo de los libros físicos o de ciertas lecturas literarias.
Pero lo que realmente preocupa no es que esté más de moda hoy escribir que leer. De hecho, se publican muchos más libros ahora que nunca, pero se leen menos.
El problema verdaderamente está en que la comprensión lectora y el pensamiento crítico sí están en crisis:
“Leemos menos, retenemos menos de lo que leemos y nos cuesta realizar un análisis crítico.” (J. A. Westenberg).
La inteligencia artificial ha llegado para hacer muchas cosas por nosotros con el esfuerzo mental mínimo. Ya no es necesario concentrarse para leer un texto y después resumirlo, comentarlo, analizarlo, etcétera. Ahora, ChatGPT o muchas herramientas de IA lo harán por ti, más rápido y, probablemente, con mayor precisión.
Concentrarse en una lectura profunda por varios minutos u horas, eso sí ya no está de moda en la era de la posverdad y del contenido hiperbreve y viral. Ya no sentimos la necesidad y estamos perdiendo la capacidad de detenernos a leer o ver un contenido extenso. Y con extenso nos referimos a algo que nos lleve más de un minuto.
Hoy pasamos más tiempo en nuestro mundo hiperrápido y viral que en el real. Por eso, las actividades del mundo real que nos exigen más tiempo —como manejar, incluso— están detonando la histeria colectiva y cada vez más violencia en seres humanos que, irónicamente, nos sentimos más seguros en el mundo virtual que en el real.
La columnista J. A. Westenberg, quien escribe sobre tecnología y seres humanos, lo explica con mucha claridad:
“Los titulares clickbait y las publicaciones en redes sociales apelan a nuestras emociones en lugar del intelecto, lo que nos hace susceptibles a la desinformación. Compartimos artículos sin leerlos, simplemente reaccionando a títulos y resúmenes provocativos. El contexto, los matices y la precisión ya no importan. La verdad objetiva ha quedado relegada a un segundo plano frente a los sentimientos subjetivos y los impulsos básicos.”
El cerebro humano está cambiando ante estos estímulos virtuales, y la mala noticia es que no para mejorar. Todavía desconocemos los efectos que tendrá la IA a largo plazo, pero lo cierto ahora es que ya lee y escribe por nosotros, nos da recomendaciones, hace tareas básicas y mucho más.
Lo peligroso es que le deleguemos la capacidad de pensar por nosotros, y con ello que el pensamiento crítico siga en decadencia. Que nos dejemos llevar tan sólo por el sentimiento y el instinto y que el razonamiento humano sea desplazado aún más; de hecho, ya lo está siendo.
Leer, especialmente textos literarios, nos permite cuestionar, reflexionar, debatir, pero también sentir, ampliar el horizonte de pensamiento, ser empáticos, dudar, conmovernos. Hoy, gracias a los algoritmos, nos alimentan con lo que queremos escuchar; vemos sólo un pequeño pedazo del universo y esto nos hace creer que no necesitamos “ver más” ni profundizar en ninguna información. Nos quedamos en el encabezado sensacionalista, que nos es suficiente.
Qué peligrosa se está volviendo la humanidad sin razonamiento ni pensamiento crítico, sin la moda de leer y pensar por sí mismos. Como los lectores suicidas de Werther, nosotros, los del siglo XXI, nos estamos dejando manipular y llevar por la inmediatez, la insensatez y la fugacidad. El mejor ejemplo han sido los juegos virales que cientos de jóvenes replican, algunos con consecuencias fatales. Tal vez nada nos diferencia de aquellos jóvenes lectores del siglo XVIII, salvo las largas horas de lectura que aquellos dedicaron a leer libros. Nosotros, en cambio, en segundos, con sólo leer un encabezado sensacionalista, sin leer toda la información ni contrastarla, ya estamos opinando sin dilación en las redes sociales. Antes de que el hashtag de moda se desvanezca. ⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
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Referencia:
J. A. Westenberg (2023) “La muerte del pensamiento crítico nos matará mucho antes que la IA.” En: https://joanwestenberg.medium.com/the-death-of-critical-thinking-will-kill-us-long-before-ai-781fdd23cc7c
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