Si hay un poeta que admiro por su fuerza de voluntad, entrañas, corazón y carisma, y que además vive en Chilpancigo, Guerrero, es, sin duda alguna, Carlos Ortiz. Mejor conocido como Charlie/Charly/Charlee. Llegué a él gracias a la revista Punto de partida, de la UNAM. Me había inscrito a uno de sus tantos concursos pero perdí. El contenido de la revista era una breve antología de poesía guerrerense hecha por el también poeta Antonio Salinas.
De momento me sorprendió leer aquellas maravillas de mi estado. Desconocía lo que se escribía en ese momento. La leí toda la tarde hasta que al día siguiente contacté a los que pude por medio de sus redes sociales. Federico Vite, Abraham Truxillo, Brenda Ríos, Citlali Guerrero, Jesús Bartolo, Ulber Sánchez, entre otros. Todos con un estilo muy peculiar, muy característico de la región. Me emocioné a leerlas y leerlos.
A partir de entonces, comenzó mi amistad con Charlie. Nos citamos en la cafetería Covacha (es una lástima que haya desaparecido. Miles de historias habitaban en ella), hablamos de libros de poesía, novelas, cuentos, crónicas, ensayos. Me compartió algunos de sus libros y sus colegas. Después de tanta charla me invitó a colaborar con él. Le mandé un cuento y apareció el domingo en Trinchera.
Hoy Charlie, Luis García y José Nava llevan a cabo un pequeño proyecto fílmico con mucha energía y ambición: Carriola Films. El proyecto, que surgió durante la pandemia ocasionada por el Covid-19, se centra en la producción de cortometrajes, cuyos mensajes son breves y contundentes, aunque algunos difíciles de entender a primera vista. Pero sus orígenes provienen de La marcha del caracol, que se presentó en la Cineteca Nacional en 2019.
Aunque por ahora su nivel de alcance es mínimo, quien tenga interés en saber más del trabajo de estos guerrerenses puede consultar la página de facebook con el mismo nombre. La idea es participar en certámenes, festivales, talleres en línea y sumar a la vida cinematográfica y cultural del estado de Guerrero.
No obstante, como toda empresa, las dificultades nunca faltan: presupuesto, equipo técnico, tiempo, etcétera. Pese a todo, no dejan de producir, aspiran a lo grande. Recién acaban de seleccionar uno de sus trabajos para un circuito por parte de Diminuto, Festival Internacional de Cine Mínimo, me refiero al corto El Duelo. En mi opinión, el mejor, por el escenario al aire libre, la iluminación, el contenido, los actores, el vestuario, los primeros planos, las miradas retadoras, el audio, la melodía de fondo. Casi puede decirse que apostaron todo en ese primer trabajo.
En apariencia el cortometraje se centra en la pandemia e importancia del cubrebocas, el gel antibacterial, con un estilo a lo (spaghetti) western. Aunque el mensaje puede ser otro a partir de un Mexican Standoff. El espectador tendría que descifrarlo, aportar una nueva lectura. ¿Quién reta a quién? ¿Ofensiva o defensiva? ¿Vivir en medio del desierto urbano? El cine en tiempos de pandemia. Algo metafórico.
Las temáticas varían en Carriola Films. Hay homenajes a películas, poemas, el dilema frente al encierro, voces apagadas por medio de la violencia de género, miradas, encuentros y desencuentros, miedo, melancolía. Carriola Films trata de destacar, hacer historia. Es un proyecto fresco. Los cortos no dejan de atraerme, principalmente por la semejanza con la minificción, esa vida entre paréntesis. No necesitan de un lenguaje cosmopolita, sino que muchas veces prefiere lo coloquial, lo accesible a la población.
Escribir historias minúsculas es un reto. La importancia de un guión bien escrito puede traspasar fronteras. Gracias al avance tecnológico y el uso masivo de los celulares, cualquier persona puede rodar un corto. Pero no cualquiera significa calidad. Se requiere de disciplina, coraje, inspiración y, sobre todo, amor al trabajo. Y también de presupuesto. Otro punto importante son las redes sociales. Con ellas existen más posibilidades de difusión y no quedar en la mera pantalla del cine. Este es el lado positivo, lo que aplaudo de las redes sociales.
Charlie y su equipo de trabajo saben aprovecharlas. Ya no hay pretextos para no compartir las metas. En Guerrero hay mucho, mucho que contar, ser un referente en la vida literaria y cinematográfica. Si el estado es pobre, hablando económicamente, culturalmente es rico. Generaciones van y vienen. El dilema es qué tanto perdurarán. En Carriola Films hay esperanza y los sueños en Chilpancingo están en corto.⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
Hola Francisco, aplaudo tú escrito y comparto tú opinión, yo no soy escritora ni tengo ese don, pero disfruto mucho de un buen texto, además de lo asombroso qué puede ser ver un corto y llenarme de preguntas y un sinfín de respuestas, felicito a Carreola film y todo el equipo.
Saludos