Hay una lógica en toda la obra (y vida) de Charly García, y es que todos sus discos y actos son un testimonio absoluto de su presente, vivencia y percepción. Claro, Charly cuenta además con la ventaja de una genialidad y sensibilidad contadas veces vista en otros artistas, y entonces ese testimonio también pasa a ser el reflejo de nuestra propia vida, sociedad e historia.
Un Charly de 72 años (en el calendario de vida garcía/gregoriano son como 300) nos pone desde el primer segundo en ese enfoque: Esto soy hoy. Así sueno y pienso. Y al igual que en cualquier otra obra rupturista de su carrera, entramos sin vueltas en una nueva estética, en general incomprendida en primera instancia (recordemos como arranca Instituciones o Clics Modernos).
Lo primero que escuchamos es ese rompelá con acento en la á y la voz bien rota, al frente y sin maquillaje. Como diciendo “ahora es por acá”. El salto de octava para abajo en la melodía es casi una declaración de principios del disco y registro. Nos incomoda, lo sentimos roto y sin aire. Pero bien al frente. ¿Qué habría que esconder? En tiempos donde todo se puede hacer sonar o ver en un supuesto ideal hermoso, siento revolucionario mostrar lo imperfecto (en teoría, claro) o el paso del tiempo. El tema lo dice sin tapujos: “no seas como los demás”.
Me es imposible no linkear directamente Yo ya sé con Deberías saber porque (que datan del mismo periodo) y dejar abierto el debate de cuantas claves nos da Charly en ambas letras, casi como creando un diálogo entre ambas canciones, o entre él y nosotros. Es que las referencias y auto referencias son la clave del disco. Ahí están también sus ídolos, oficiando de collage para su inagotable inventiva. En tiempos donde la mayoría de las noticias de su vida vienen por cuestiones de salud y la incertidumbre de sus fans pasa por como estará el ídolo, no me parece un dato menor que él nos muestre enteramente en un álbum quienes lo rodean en su fuero y pensamiento más profundo, el de la creación.
Estrellas al caer es para mí una prueba cabal de esto. Cuando Charly se auto-cita utilizando la armonía y melodía de Chipi Chipi no está sólo. Recordemos que la icónica canción, editada en 1994, está hecha para María Gabriela Epumer y con solo leer la letra y el amor con la cual la interpreta en esta versión 2.0 (haya sido pensado consciente o inconscientemente) aparece esa sensación única de antena y sensibilidad que atraviesa todo el disco (y toda su obra). Y ahí también está el maldito “wait for it” que también aparece en El club de los 27, otra de las canciones ultra referenciales del disco. Leí en varios lugares que es interpretado como una despedida. Yo no lo veo así. Más bien me parece un concepto bien Say No More, con la ironía afilada como siempre. Wait for it, “seguí esperando”. Nadie esperaba que salga una nueva obra y ahí está. No olvidemos que Say No More, dicho por el propio Charly significa “cállate y escucha”. Charly siempre nos da las claves en sus textos, por si nos despistamos.
Y si pienso más analíticamente que las claves musicales del álbum son muy claras. Las tres notas (mi-sol-la) que nos hacen llegar al estribillo de Autofemicidio son un recurso tan distintivo que casi podríamos llamarlo “a la Charly”. O el uso de la voz de Spinetta en un collage onírico, un recurso que en la estética García está absolutamente relacionado a que el timbre es la clave del cambio. Recordemos sino los sintetizadores en el último Sui Generis o la caja de ritmos en Clics Modernos. En este álbum también tenemos uno de los no-tan-frecuentes momentos de voz hablada de Charly. En general siempre fueron guiños ocultos. Por citar algunos: “te das cuenta loco, de repente es así”, “mamita haceme un café con leche” o “esto es parte de un mal sueño” (Botas locas, En la vereda del sol y Como me gustaría ser negro), pero esta vez es directamente la fábula que da nombre al álbum recitada por Charly. Otra vez la voz ahí al frente (cállate y escuchá). Eso que supuestamente perdió y que no es como antes. Lo que ves es lo que hay. Y cuan divertido (y decidido) se lo escucha recitando.
Las revisiones de Te recuerdo invierno y Juan Represión no hacen más que afirmar todo el concepto de la obra. Podríamos detenernos un segundo y pensar que esas dos hermosas canciones, que son de las menos conocidas o quizá lados B de su juventud, podrían por si solas justificar cualquier carrera artística. Y ahí está Charly reformulando con esta nueva estética, más de 50 años después. La estadística dirá que Juan Represión se grabó en 1974, 2000 y 2024. Momentos de agitación social si los hubo. ¿Casual? Podría agregar también que en esta versión Charly canta por primera vez el 100 por ciento del tema. Y que antes de ella nos anticipa que empieza el lado B, porque la obra está por encima de los medios o plataformas. Quiero asentar que esas declaraciones de principios son de mis favoritas, ya que siento que estoy presenciando el auténtico ADN García, la auténtica emoción de buscar las señales de esta nueva obra.
Nunca hubo ni hay que esperar lo mismo que ya hizo, sino buscar como nos dice lo nuevo. La lógica de Charly estuvo desde sus inicios y nunca claudicó, más bien siempre expresó lo que sintió con lo que tenía, ya sea romper sus bandas en la cima porque quería hacer otra música, ser nuevamente contemporáneo en cada década donde cierto público lo invitaba a un retiro con gloria o inmolarse borrando la línea entre la obra y el artista. Por supuesto también encuentro en esta idea la respuesta victoriosa a todo lo que se le crítica de su voz, la falta de teclados o los temas más cortos. Es Charly hoy, pero como siempre, en un álbum donde una larga vida de genialidad se sostiene y, como siempre hizo, mira al futuro sin descuidar el pasado.
Un dato más de color: la última nota que suena en el disco es un re. Exactamente la primera nota que escuchamos en su obra, ese re que inicia la melodía de “hubo un tiempo”... de Canción para mi muerte. La lógica de un genio atemporal. ⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
Este texto también fue publicado en: https://guidospina.blogspot.com
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