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Meditar la traición (a propósito de Teoría Judas de Ulber Sánchez)

Francisco Trejo

Publicado por Reverberante, Ediciones del Lirio e Ícaro Ediciones, Teoría Judas, del poeta Ulber Sánchez Ascencio, es un libro que atrae desde su título, elemento importantísimo por el que solemos acercarnos a una obra, cualquiera que sea su naturaleza. Se menciona, por un lado, a Judas, uno de los personajes más controversiales del cristianismo, al que se ha representado con unas monedas en la mano o colgado bajo la sombra de un árbol, pendulante, como quizá sea el concepto del arrepentimiento.

Al igual que Jesucristo, Judas es, acaso, el paradigma que representa la sustancia de nuestra humanidad. Ser humano es, en sentido estricto, una forma de tocar el mundo con la contradicción, misma que encontramos en las religiones o en el arte; pues, de otro modo sería muy difícil medir nuestra condición, como se miden otras cosas de la naturaleza, por medio de la ciencia.

Tanto Jesús como Judas son un constante delirio, pero también la formulación del logos. Por tal motivo, celebro que otra de las palabras del título sea “teoría”, que nos remite a la formulación de un sistema de pensamiento. Este libro de poemas es, entonces, un discurso generado por la meditación, alrededor del odio y el resentimiento, un par de conceptos menospreciados por un gran número de personas que optan por el amor y la empatía, dejando de lado la relación de contrarios, cada uno con un pulmón diferente, para el aliento de las cosas.

Desde el inicio de la obra, en versos como: “cada vez que miraba la horda de idiotas / mi corazón se preparaba. / Mis planes eran sencillos: / odiar al prójimo”, se piensa en Catulo, uno de los poetas de la Antigua Roma que se caracterizó por su desprecio y su estima hacia una misma figura. Basta recordar el siguiente dístico elegiaco: “Odio y amo. ¿Por qué hago yo esto?, preguntes acaso. / Yo no lo sé, mas lo siento y ello me causa dolor”. Se piensa también en Eduardo Lizalde, con su Grande es el odio, en Mario Bojórquez, con su Casida del odio, o en Raúl Gómez Jattin, con su El infierno son los otros, del que cito un fragmento:


Tal vez digan: ¿qué hace tu miseria

tu tristeza

como símbolo de un pueblo?


Nunca es tarde para hablar de ellos

para recordarles que tú no eras el tonto

para revivir algo que el arte siempre

le ha tenido a la bruta vida:

odio.


He aquí una clara tradición, en la que puede insertarse Teoría Judas, un universo con la discursividad del traidor que no siente culpa y está convencido de ser el eslabón absoluto, el puente entre la divinidad humanizada y la gloria. Pues no hay cumbre para alguien que no tiene el peldaño de un adversario.

Es tarea del poeta hurgar en las llagas que pocos tocan por no sentir su propia desnudez. Como tocar la herida de Cristo, igual que Tomás, es el digno objetivo del poeta, ante su propia incredulidad del mundo y de sí mismo, que sólo toma forma en una teoría poética; es decir, la búsqueda de una verdad enunciada con la poesía.

Sánchez Ascencio, para las dimensiones de esta propuesta, utiliza la voz lírica de un Judas inmerso en su angustiante destino; mas esta voz tiene los mismos ruidos de Jesucristo y, por momentos, los del propio autor. Es, por tanto, una voz con la sombra, no de Judas, sino de su silueta en la confesión, la venganza y la cólera, frente a la historia y frente al “oficio de la soledad” del que canta al árbol que resistirá todo el peso del mundo. La voz trinidad (Judas/Jesucristo/poeta) apunta hacia un solo objetivo: la Teoría Judas: la reivindicación de la naturaleza humana por medio de la traición:

“La traición es un libelo en el transcurso de la última cena. La paz un insulto, las monedas la simulación de un juego, el cáliz del suicidio bajo la sombra de un árbol. Algo de Judas se esclarecía bajo el azote y el desprendimiento de la carne, algo digestivo en los escombros de mi corazón”.

Resta hacer mención del excelente trabajo con el lenguaje en el libro, pues si bien son poemas breves, contundentes, dentro de estos cuerpos podemos encontrar venas cargadas de sustancia. Hablo del trabajo aforístico de Sánchez Ascencio, una virtud que recomiendo explotar en trabajos inminentes. Basta con mencionar un par de estos aforismos: “Detrás de un Mesías hay un Judas” y “Más allá de la traición, toda palabra nos ciega”.⚅

[Foto: Carlos Ortiz]

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