Ya lo decía el médico austriaco Sigmund Freud que infancia es destino, que lo que vivimos en nuestra niñez se queda presente en un imaginario permanente. Que es en nuestra infancia la que nos marca, y la literatura nos sirve para ir reconstruyendo ese pasado, no desde la autobiografía, sino desde la ficción que va armándose a través de recuerdos, esos recuerdos que llegan a la playa como esos cuerpos de hombres ahogados, que son sin ser los mismos hombres, descompuestos, hinchados pero que aún guardan un algo de los hombres que fueron. Así el recuerdo que llega a la orilla de nuestra memoria.
La poesía de Ulber Sánchez va tejiendo, o construyendo de manera arquitectónica, o narrativa, una obra donde explora la memoria, y va embonando las piezas de manera poética para elaborar así un trabajo poético que le da forma a su poesía.
Ulber en su obra va creando un lugar idílico, su espacio donde se va sucediendo lo que nos está narrando, sus libros tienen un diálogo permanente, donde las imágenes o figuras como el mar, el vuelo de los pájaros, la tristeza, la pobreza y la imagen de la madre, el padre y el hijo son constantes para crear sus atmósferas.
La obra de Ulber va tomando una unidad literaria, que, sin ser una obra única, si son libros que dan continuidad a los temas que le importan al poeta, que están presente, que están ahí rondando desde esa infancia que de alguna manera marcó su destino, como hombre y como poeta.
Ahí también encontramos las voces de esos poetas que han marcado a Ulber poeta-lector: Vallejo, Francisco Hernández, Gamoneda, Sabines, Becerra y Pacheco, poetas que le son afines, por el ritmo que tienen y por algunos temas que tocan. Seguro hay más poetas, más libros, pero ello se encuentra ahí como una base importante de esa arquitectura narrativa, que le da una voz propia a Ulber.
El poeta debe de provocar, de alguna manera, una nueva mirada a la realidad, o a lo que tomamos como tal, alterar esa manera en que comprendemos, o observamos lo que nos rodea, como hiciera Neruda con las Odas elementales, donde realiza una interpretación del mundo partiendo de las cosas sencillas e intranscendentes.
El poeta se cuestiona, indaga a través de las palabras las posibilidades infinitas de las cosas, de la memoria, de la infancia. Ulber Sánchez en Teoría Judas, como toda teoría y como todo poeta, se plantea la hipótesis de la traición de Judas a Jesús, una reinterpretación poética del traidor, suponiendo que “Detrás de cada mesías hay un traidor”.
Judas Iscariote como representación de la traición, el discípulo que entregó a Jesús por unas cuantas monedas, o Judas como víctima de Dios del quien fue destinado a entregar a Jesús.
“Yo Judas, me confieso culpable. / No pueden etiquetarme de traidor:/ soy quien arrulla este tumulto de tumbas…”
Si bien Judas se confiesa culpable no así traidor, Ulber se plantea la traición como un acto que tenía que cumplir, que estaba predestinado a la realizar para que se llevara al fin lo que conocemos como la pasión y crucifixión de Jesús.
En el poema Ulber hurga en el personaje, o los dos personajes centrales de ese suceso, la traición del hijo de Dios, sin ser un tratado teológico, es un poema que le permite una reflexión sobre la traición, el amor, y el arrepentimiento.
“Todo traidor será juzgado por/ ciertas monedas de plata. / Una señal en cruz/ se desprende de mi mano.”
Sabemos que el arte en este caso la literatura refleja el mundo, nuestra realidad, y representa una visión del autor, ahí trata los temas que lo mueven, que lo motivan a reflexionar y escribir, para si no buscar respuestas, sí generar algunas preguntas que tratará de resolver. Pensemos en Vallejo con Trilce o T.S Eliot con Miércoles de ceniza, en el caso de Ulber hay una crítica a uno de los hechos más importantes del cristianismo, la traición de Judas y la crucifixión de Jesús.
En la poética de Ulber hay símbolos cristianos, lo que nos supone un poeta religioso, un poeta que bien podría ser llamado místico, como San Juan o Santa Teresa, ya que desde su poesía invoca de alguna manera a Dios, y trata desde ahí responder sus inquietudes humanas y estéticas. Ulber es un poeta esencialmente preocupado por los conflictos humanos. Pero Ulber es un poeta religioso no por que se pone frente a Dios, sino frente a los hombres, desde este punto se diferencia de los poetas místicos, que lo que buscan es la unión espiritual con lo sagrado, con Dios.
Hay en su acercamiento a Dios, o a lo religioso cierta irreverencia, que nos recuerda a Vallejo, una manera de atestiguar el dolor que causa, la angustia, o la hostilidad de Dios para con los hombres.
“Bajo tu nombre, Mesías, / se emprenden muertes, violaciones, / en tu nombre se recula y se odia…”
La poesía religiosa trata sobre la relación del hombre con Dios, la relación del poeta con los símbolos de lo sagrado. Nosotros tenemos una fuerte tradición y relación con la religión católica, que traemos desde la conquista y la colonia, en algunos casos impuesta por la iglesia, y en otros en el que algunos poetas han buscado convertirla en un puente entre ellos y Dios.
En el caso de Ulber los símbolos religiosos están ahí presentes, pero sólo como tema para tratar asuntos más humanos, como la traición, el castigo y la culpa. Se omite el nombre de Jesús y de Dios, se nombra al Mesías como un niño jugando a salvar la ronda del mundo. Con ironía rechaza la imagen de Jesús como el redentor del mundo, y de Judas como un traidor.
Judas como el símbolo del hombre que vive expiando la culpa del Dios, el castigo divino, “Por eso, voy por las viandas y oculto bajo mi vergüenza, el oficio de la soledad.”
Teoría Judas retoma del poeta su experiencia religiosa y se funde con el poema en un acto estético y podría decirse espiritual, si bien no busca ser el puente del poeta con Dios, sí desde lo religioso del poeta con los hombres.
Judas ha sido un personaje atractivo, porque en él encontramos rasgos más humanos y apasionantes para vernos reflejados en él, también ahí está el héroe velado que se sacrifica por todos los hombres.
Jorge Luis Borges en el cuento Tres versiones de Judas del libro Ficciones, reflexiona sobre la traición de judas, donde escribe que “no fue casual; fue un hecho prefijado que tiene su lugar misterioso en la economía de la redención”, que lo que judas realizó fue un sacrificio necesario que “intuyó la secreta divinidad y el terrible propósito. El Verbo se había rebajado a mortal; Judas, discípulo del Verbo, podía rebajarse a delator y a ser huésped del fuego que no se apaga”.
Por eso escribe Ulber “Pero yo soy el héroe no el villano, soy el impostor que da su teoría. Mis palabras fueron certeras, claras, sin parábolas ni metáforas silvestres.”
En el poema Dios no se manifiesta, apenas se vislumbra como una condición dentro del poema, de la tragedia de Judas, de la teoría puesta en verso, en la palabra poética, para contar con un sentido diferente la traición de judas que se sugiere como su destino, y la verdadera traición cae en aquel que utilizando su fe lo expone y luego lo olvida, dejándolo colgando de un árbol y cargando con el odio de todos los cristianos. “Tú eres el traidor”, ahí concluye el poema, ahí cae el telón y da por terminada la obra.
Hay un fuerte sentido religioso, una herencia católica en toda la obra de Ulber, En Oscura Sal lo vemos en el personaje de María, mujer y madre, en el regreso como una búsqueda del perdón ese perdón religioso que nos purifica y exime de toda culpa.
La migración como ese irse desterrados del pueblo en esa búsqueda de un mejor lugar, recordando a Abraham, emigrando a la tierra de Canaán, a José y su familia a Egipto, y Moisés dirigiendo al pueblo de Dios durante más de 40 años. También la sal que fue importante en la antigüedad, ya que tenía uso de moneda de pago, recordemos que Jesús llamaba a sus seguidores la sal del mundo, la sal tiene que ver con el perdón. En el Levítico 2:13 se encuentra “Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal”. No olvidemos que la mujer de Lot al desobedecer y voltear a ver su pueblo su cuerpo se convierte en una estatua de sal.
Encontramos la orfandad como una pérdida del padre, pero también la pérdida del ser, y del destino por eso señala: Huérfano migrante soy. Es el personaje un hombre sin padre ni patria.
La región de la Montaña de Guerrero cuenta con una gran población de jornaleros que migran al norte para trabajar en el campo, dejando en la comunidad a sus esposas y a sus hijos. Esas madres que se quedan esperando por meses el regreso de sus hombres, que no encuentran vino que sacie su sed. Esa migración no de la búsqueda de la libertad, sino del trabajo, de ser esclavos en otro lugar.
El padre es un Homero metafísico, un aedo que cuenta o recita poemas épicos, que narra las batallas de los héroes y sus tragedias, mientras la madre es esa Penélope que va tejiendo con palabras la espera, y que no es ella la que va destejiendo su obra, sino que aquí es el silencio el que hace que esas palabras vayan desapareciendo.
El libro se encuentra dividido en tres partes. La primera Luz paterna es el hijo el que tiene la voz. En la Razón del migrante habla el padre; y ya en Oscura sal, que da título al libro, habla la madre. Aquí los poemas aparecen como un diario y los versos se encuentran encerrados en corchetes, atrapadas las palabras, con una voz sumisa. Todos los epígrafes son de mujeres poetas.
El cuerpo de la mujer es la oscura sal, la oscura salvación de esos hombres que migran, que andan buscando su destino. ⚅
[Foto: Gonzalo Pérez]
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