Situarme en los zapatos de la poeta del libro Carta natal ha sido un viaje convulso, revelador, turbulento.
Dotado con una prosa poética sin tantos aspavientos y con estilo diáfano, Carta natal se enraíza en el abismo de lo cotidiano, va exorcizando sus mitos personales, tejiendo un diálogo con su memoria, trascendiendo el lugar común con creatividad y vísceras, y un humor lúgubre y absurdo.
La poesía es un terreno fértil para el desdoblamiento, para agotar las versiones de una historia que a través de la mirada poética explota en variopintos significados.
…porque el viento se la lleva con facilidad
Y sus zapatos los deja en cualquier parte
Enterrados en el lodo de sus huellas
-un grato suelo húmedo para resbalar-
En el texto no hay brújula para encontrar el camino de regreso a casa, hay desasosiego, muchos recuerdos y la muerte, como un enjambre de hormigas que todo lo consume, hay extravío, desconcierto, asombro, imágenes que intentan ordenar el vacío, darle forma, rostro; adentro se escucha una melodía suave y oscura, la versión de una historia que le permita estallar en silencio.
La muerte de mi abuelo calla un mundo.
Juega conmigo la memoria
Escoce, anda a voluntad por sus propios surcos.
Quizás en realidad tú y yo nunca hablamos tanto.
Juega conmigo la memoria, me conforta,
Inserta escenas felices de un vínculo suave.
En Carta natal hay agujeros de colores entre los días, por donde asoman fregatas marinas y la ansiedad trasmuta en cavilaciones sobre la fidelidad, y asoma también la muerte puntual a las siete de la noche cuando el mar es azul oscuro turbio.
El mar como una presencia artificial y omnipotente, que todo lo tiñe de esa nostalgia azul tan lastimera, con su mirada circular y tormentosa que orilla a sus poetas al naufragio.
He visto desde la orilla barcos encallados.
Hay tesis que afirman que los que aquí nacimos
no sabemos ubicarnos
Navegamos en círculos
O nos quedamos en casa mirando desde la ventana
El acontecer del mundo
La geografía marina de este poemario nos sitúa en un Acapulco a la deriva, en ruinas, con las ventanas abiertas al recuerdo y donde el olor del mar se confunde con la melancolía, con las palabras que van y vienen al compás del oleaje furibundo, y con los cuerpos desnudos floreciendo en el naufragio.
Aquí nadie espera.
Los senos de las mujeres florecen todo el año
E inventan buenos cuentos de piscinas de semen,
De mares de semen que preñan
sin que un hombre las toque
O las penetre.
El ritmo atípico del ansia reside en el habla.
En el poema Scrolling Down, el yo lírico de Marxitania se intensifica, estalla y vocifera contra la demencial velocidad de la vida cotidiana y su adictiva vacuidad, sus rituales absurdos y la ansiedad como estandarte de un contexto demasiado artificial. La sensibilidad de la poeta se pierde entre tanta realidad y sólo a través de la evocación de sus mitos más personales busca salir a flote. Cito:
Abro Facebook, scrolling down,
abro Twitter, scrolling down, abro Tinder, swipe left.
Abro mi cuerpo a fuerza por ansiedad.
Reviso con detalle lo que me irrita hasta que el enojo se mezcla
Con mi ansiedad y siento que mi corazón late más fuerte.
¿Cómo será tener una hermana que no se hubiese aventado de los riscos?
En el poema que da nombre al libro la poeta indaga en el abismo de lo cotidiano, y reconstruye un diálogo con su imaginario sentimental, y se transmuta en la ficción para intentar trascender los acontecimientos que configuran la tradición de una vida cotidiana.
Miento:
Le digo que repetir no es necesario.
El pasado siempre es una grieta abierta
—Rocío, nada está determinado—.
Su boca se jala aún más hacia abajo,
Es el peso del tiempo, lo amargo de lo cotidiano.
También hay una postura auto reflexiva sobre el proceso de escritura y la figura creadora, músico o poeta, caras de la misma moneda que con su arte buscan incendiar la abulia cotidiana, hipnotizar al mundo con imágenes y melodías que comuniquen la desolación y la esperanza más universales.
Si se multiplican el músico y su sombra
Andaremos en senderos que son memoria de otros
Y nuestros muertos serán el coro.
Adentro, se escucha un solo de jazz, la poeta es una criatura de neón oculta entre las sombras, la música persiste y todo se desvanece, sólo el tierno dialogo de Marxitania con Silvia Plath en la puerta del horno resuena aún en mi esqueleto.⚅
[Foto: David Espino]
Kommentare