Con la difusión del video en donde la alcaldesa de Chilpancingo Norma Otilia Hernández desayuna con un narco, arroja un poco de luz sobre porqué diablos en Guerrero no salimos del tobogán de narcoviolencia.
Y cómo, si los que están encargados de los gobiernos desayunan con ellos. Desayunan, y quién sabe, tal vez hasta también comen y cenan.
Hace 20 años podías caminar Chilpancingo de palmo a palmo a cualquier hora del día. Lo hice muchas veces. Lo peor que te podía pasar era una riña de borrachos o que te cayera la tira. Era un pueblote afable. Actualmente es peligroso, aunque sigue siendo un pueblote.
Tampoco se trata de llenar de milagritos a Norma Otilia y a Morena. Guerrero lleva casi 20 años en una espiral de muertes, cárteles, nuevas muertes y nuevos cárteles. Así como Norma Otilia lo hizo, seguro muchos alcaldes y hasta gobernadores del PRI y PRD también comieron y cenaron con narcos. De otro modo no se entiende el auge de este flagelo. El empoderamiento de grupos delincuenciales en ciertos municipios y hasta su presencia a plena luz del día.
Convendría preguntarse para qué gastamos tanto en programas de seguridad pública; en campañas y campañas para disminuir el consumo de drogas; en las Mesas de Coordinación para la Construcción de la Paz; en sacar más y más soldados a las calles; en colmar de anuncios con el falso eslogan Si te drogas te dañas.
Para qué, si alcaldes, diputados, gobernadores, policías, abogados, doctores, periodistas, profesores, ingenieros, taxistas, comerciantes, universitarios, amas de casa, padres de familia, en todo México, también desayunan con narcos.
Y así no se pinches puede. ⚅
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