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  • Flor Venalonso Neri

El valor de saber decir gracias


Gracias es una expresión que desde pequeña me enseñaron en mi casa casi a base de llantos y pataletas, como si fuera un mantra. Una palabra que tenía que pronunciar a la menor provocación, por cualquier motivo: al pasarme un cubierto en la mesa, al bajarme de la combi, recibir un buen día, recibir el alimento en la fila de la cocina, al pagar las cuentas en la tienda, en todos lados siempre y cuando el ejercicio de alguna actividad involucrara el trato humano, y el agradecimiento como un acto cotidiano, casi religioso, a veces como una muestra de servilismo social.

Tenía una idea que venía rondándome en la cabeza por días, y tenía que ver con esa palabra gracias. En las idas y vueltas a mi trabajo, al observar a las personas subir y bajarse del transporte dar las gracias, al pasar los pasajes de nuevo agradecer, es algo de lo más común en la Urbans, una acción cotidiana que se ha vuelto automática. He llegado a la conclusión que no es lo mismo estar agradecida, ser agradecida que dar las “gracias”. Dar las gracias es más un acto de sumisión, pierde su expresión de gratitud.

Busqué en el diccionario:

1// Úsese para expresar agradecimiento.

2//Irónicamente expresa desagrado, desprecio o enfado.

En un texto publicado en Health Education Council, se menciona que hay varias maneras de practicar la gratitud y es importante encontrar el método que funcione mejor, según el tiempo y las habilidades. Estas son algunas de las maneras de practicar la gratitud: Escribirle una nota de agradecimiento a alguien. Puede ser para su pareja, sus hijos, amigos, u otros familiares. Decir a esa persona por qué lo o la aprecian. Tener un cuaderno donde anotar las cosas por las cuales está agradecida o agradecido en su vida. Si es una persona religiosa o espiritual, orar o meditar son equivalentes. Hacer cualquiera de estas cosas consistentemente le traerá efectos positivos al practicar la gratitud.

Luego de leer sobre la gratitud y dar las gracias, me di cuenta que todo —o la mayoría— remitía al discurso bíblico. No quiero involucrar aquí modales sobre cómo agradecer, pero creo que el discurso debe cambiarse sobre todo porque está bien ser agradecido con las personas que nos brindan su tiempo, compañía, escucha y hasta favores.

Tampoco quiero decir con esto que no debamos agradecer nada de lo que se nos da. Considero que basta decir “gracias por tu tiempo” o “gracias por estar aquí” cuando nos despedimos de alguien que vino a vernos en apoyo a nuestros conflictos humanos. A mí me basta abrazar fuerte a las personas que quiero y de las que me siento profundamente agradecida. Gracias —como el amor— una vez dicho basta.

En la inmensidad de mi divagación, como suele suceder con nuestro cerebro cuando busca explicar de una forma más icónica los conceptos, vino a mí la imagen de Las tres Gracias, dando cuenta una vez más de la belleza de su desnudez: “Aglaya, junto a sus hermanas Eufrósine (diosa de la alegría) y Talia (diosa de las festividades y los banquetes), prestaba su gracia y belleza a todo lo que deleita y enaltece a dioses y hombres". Pienso que quizás el agradecimiento se deriva del hecho de ser una misma. ⚅

[Foto: Carlos Ortiz]

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