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Alejandro Badillo

Elogio al camarada Contendros 2

En las Olimpiadas de París 2024 se hizo viral, al menos en México, el incidente del jinete mexicano Andrés Azcárraga y su caballo de nombre Contendros 2. En una parte del recorrido de la prueba de salto individual, el animal se detuvo súbitamente frente a un obstáculo con agua, provocando que el competidor cayera y, de esta forma, abandonara el sueño de obtener una medalla olímpica o, al menos, una mejor posición en la competencia.

Andrés es miembro de la dinastía Azcárraga, una familia cuyo poder económico la ha llevado a controlar gran parte de los medios de comunicación del país. En particular, el jinete es hijo de Jaime Azcárraga Romandía, presidente ejecutivo y del Consejo de Administración de Radio Fórmula. El incidente y la descalificación del competidor provocaron una serie de burlas en las redes sociales. La mayor parte de la población mexicana difícilmente tiene oportunidades de ajustar cuentas con la élite que domina sus vidas y el jinete Andrés Azcárraga estuvo en el tiempo y lugar adecuados para ser blanco de los chistes. El llamado “discurso oculto”, término acuñado por el politólogo James C. Scott en su libro Los dominados y el arte de la resistencia, ha tenido una válvula de escape en internet. El investigador refiere que las élites monopolizan la narrativa y los símbolos para ejercer una suerte de control discursivo. Por esta razón, las historias de los subordinados permanecen ocultas en los registros históricos. Incluso, como es previsible, se pierden para siempre. La llegada de las redes sociales provocó que la población pudiera interpelar a los poderosos con menos temor que en épocas anteriores. Lo “oculto” —aquellos reclamos que se hacían a los poderosos de forma esporádica y con muchos riesgos— ahora ha salido a la luz por medio de la parodia, la sátira y la burla.

En el caso de las burlas dirigidas al jinete Azcárraga, fueron muy comunes los elogios dirigidos al caballo Contendros 2 pues al fin se había liberado de su carga, aunque fuera por un momento: un deseo compartido por la clase trabajadora mexicana. Por otro lado, el caballo se une a una serie de animales que, recientemente, han atacado símbolos del dominio humano sobre la naturaleza: desde los ciervos que se apoderaron de plazas vacías en ciudades libres de personas durante la cuarentena por la pandemia provocada por el Covid, hasta orcas que han hundido yates en diferentes lugares del mundo. Más allá de las motivaciones de los animales y lo mucho que aún se desconoce sobre estos actos, no hay que olvidar que ellos son la base de una buena parte de la explotación humana y parte fundamental de la acumulación del capital en nuestra época.

No obstante, en las redes sociales algunos usuarios condenaron las bromas al jinete mexicano, y los términos que se usan cuando se menosprecia un reclamo social —resentimiento, egoísmo, envidia— no se hicieron esperar. Una de las críticas a las burlas contra el jinete Azcárraga es la poca empatía que hay entre mexicanos. Otros llamaron a no involucrar prejuicios en el deporte, como si los Juegos Olímpicos estuvieran alejados de intereses políticos y de clase.

Sobre el primer reparo conviene hacer algunas preguntas: ¿con quién es más fácil que se sienta identificado un mexicano no perteneciente a la élite millonaria de su país? ¿Con Andrés Azcárraga, con quien compartimos el lugar de nacimiento y el idioma, pero cuya forma de vida, incluida la práctica de un deporte como el salto ecuestre, está a años luz de la gran mayoría de nosotros, o con atletas como la brasileña Rebeca Andrade, ganadora de tres medallas olímpicas, quien es hija de una madre soltera —empleada precarizada y madre de ocho hijos— y que pudo ser competidora de alto rendimiento gracias a su talento, pero también por haber pertenecido a un proyecto social de iniciación deportiva patrocinado por el gobierno de Brasil? ⚅

[Foto: David Espino]

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