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Juan Luis Nutte

La sed no saciada


¿Qué es lo que lleva a los hombres y mujeres a sumergirse en la luminosidad del mal?, ¿acaso lo consideran un medio para hallar una razón a su existencia?, ¿para confirmarse en el espacio que les toca del mundo?, ¿para pertenecer o excluirse de la vida y de los afectos a través de medios ominosos? Esa búsqueda existencial siempre tendrá que desgarrar límites morales para alcanzar apenas una sombra de libertad en el mudo. Cuestionamientos como los anteriores se quedan balbucientes, machacones, con una sed de respuestas que se atisban en la oscura narración de Tenemos sed, segunda novela de José Andrés Sánchez Exeni.

La forma en que está construida la novela Tenemos sed es acertada, echa mano de recursos que le dan una rotunda verosimilitud por medio de la narración transmedia donde la historia se despliega a través de algunos medios de comunicación, la fotografía, el blog, el video y la música donde el lector asume el rol activo de espectador. Sanchez Exeni incluye al lector en el viaje al abismo de sus personajes con un paratexto, un prólogo que logra desaparecer al autor como causa directa de la ficción y donde se indican algunas claves de la narración que de inmediato nos sumerge en una atmósfera oscura y desolada, un ambiente donde no hay atisbos de salvación y sí la presencia de lo trágico que alimenta la curiosidad (morbosa) del lector.

Novela transmedia, donde la narración se despliega con naturalidad a través de múltiples medios para explorar la manera en que se incuba y desarrolla la maldad en un joven que va descubriendo el mundo, siempre bajo el cobijo de las sombras. El mal que germina en éste personaje llamado C jamás se adjetiva, pero se insinúa, latente, bullendo en él y en los demás personajes que lo acompañas en ese descenso al interior del mal.

Por medio de una prosa despojada de metáforas, de sinceridad apabullante, que menciona lo justo en un continuo tono enigmático, contenido y siempre a punto de estallar, Sánchez Exeni nos zambulle en la personalidad del protagonista llamado C, que vive al límite y colmado del mal, al cual no deja florecer del todo y no obstante lo deja fluir en alusiones y recuerdos y experiencias donde se presiente la germinación de lo siniestro.

Por cierto, C, protagonista de esta novela es un narrador no confiable que sólo muestra lo que considera conveniente por medio fotografías, videos, música y anotaciones de blog, así el lector se va involucrando, casi cómplice, en una historia que exige una lectura atenta, empática aunque a veces cause cierto horror presenciar la gesta de un acto criminal con el cual A, B y C y dos personajes más, los únicos que tienen nombre, los gemelos Andreas y Jan, conseguirán saciar esa sed de conocimiento y lograr así asimilarse en el mundo: “Tengo la inusual certeza de ser humano y de formar parte de algo. ¿Parte de qué? No lo sé, pero algo más grande que yo. Colosal e inmenso. Tal vez el universo”.

C ansía tener una razón de ser y sabe que no la puede conseguir solo, por eso manipula y promete, tal vez la gloria y el conocimiento a los demás personajes porque sabe que ellos: A, B , Andreas y Jan al igual que él, han perdido algo, el alma, las emociones y entonces ese aridez exige colmarse. Hay sed, sed de volver a sentir, de volver a pertenecer, pero saben que no hay esperanza y la esperanza es imposible de recuperar.

Tenemos sed indaga en la violencia, en la naturaleza violenta que habita en el hombre, en la aceptación de esta parte oscura y siempre latente en el ser humano, novela donde la pérdida de la inocencia se ve sustituida por la imposibilidad de nombrar al mal: “Nos mentimos, nos engañamos. Y tampoco mencionamos lo que hicimos hace un rato. El pasillo que recorrimos, la puerta que abrimos, lo que descubrimos acerca de nosotros mismos. Lo revivimos, lo rememoramos, pero no lo hablamos. Lo callamos. Lo ocultamos. ¿Tendría sentido exteriorizarlo? Tiritamos y el vapor que exhalamos se convierte en hálito. Con cada nuevo paso nuestros cuerpos pierden algo. No sé qué, pero algo que será difícil, sino imposible, de recuperar. Algo que tal vez, en realidad, ya habíamos perdido antes de bajar.”

Tenemos sed es una novela que logra conformarse como un organismo literario gracias a todas las partes que la conforman, nada en ella es artificioso, los recursos transmedia con los cuales ha sido creada son fundamentales para crear una experiencia literaria que contiene múltiples lecturas. [José Andrés Sánchez Exeni, Tenemos sed, Editorial 3600, Bolivia, 2022].⚅

[Foto: Carlos Ortiz]

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