[Black voice]
Primero su voz. Es por lo que sus piercing y sus ojos dieron la vuelta al mundo, lo mismo que sus excesos. Su voz de negra en un cuerpo de blanca. Prodigiosa e inédita en Reino Unido y poderosa en su contralto. Amy sublimó a los críticos en 2003, cuando grabó su primer disco: Frank, en honor a Frank Sinatra, su primer referente y a quien escuchó durante toda su infancia en casa de sus padres y aun después de que se divorciaron; entonces ella no alcanzaba ni los 10 años. Su padre, Mitchell Winehouse, un taxista que luego se montó en la fama de su hija para intentar cantar, fue, digamos, su primera enseñanza.
Frank trajo sorpresas. Los 13 tracks están impregnados de su estilo, incipiente pero puro, de soul, influenciado por Sarah Vaughan, Dinah Washington, Aretha Franklin, Issac Hayes y otros dueños del jazz y del blues de los 50 en Estados Unidos, interpretado por la gente de raza negra, porque a ellos se les daba; innata su voz como el color de su piel.
Desde el primer track, Stronger than me Amy da una prueba de su registro vocal para introducir lo que les espera a nuestros oídos en todo el disco. Stronger than me (Más fuerte que yo) ciertamente es fuerte. Los tonos que Amy alcanza dan cuenta de una voz virgen, de una garganta que está por soltar el poder de su acústica cuyas profundas emociones le impregnan el nervio que hace vibrar a quien lo escuche.
En Frank, Amy Winehouse se percibe traviesa y precoz, con algunos asomos de transgresión. Tenía 19 años cuando lo grabó, 20 cumplidos cuando fue lanzado y venía de tener su primera guitarra, de estudiar teatro —de donde según su biógrafo, Nick Johnstone, fue expulsada por ponerse un piercing en la nariz cuando tenía 13 años—, de fundar la banda Sweet ’n’ Sour y de cantar en algunos bares (pubs) de Londres, la ciudad donde nació en septiembre 1983.
Basta escuchar Cherry, que viene inmediatamente después de You sent me flying —ambas en un mismo track— para darse cuenta de la sensibilidad de su voz, de la convicción que tiene para mover las entrañas de la gente. Cherry fue coescrita por ella y se la compuso nada menos que a su nueva guitarra. You sent me flying en cambio es dolorosa, un rosario de reproches a quien la olvidó y, como dice el título, la mandó a volar. Know you now al igual que Moody's mood for love no fueron tan promocionadas como el resto del álbum, incluso en sus conciertos —cuyos registros quedaron en discos como Live at Paradiso Amsterdam— fueron las menos cantadas, a pesar de que en ellas los contrastes de su voz se aprecian como en ninguna. Moody’s mood for love es un cover, uno de los dos que se incluyen en Frank.
La traviesa Fuck me pumps es divertida, una crítica atroz a las chicas plásticas con culos y tetas de silicona, con bolsas Gucci bajo el brazo cuya única expectativa es casarse con un futbolista millonario. La crítica es tan genuina como no fue ingenuo incluirla: Amy aborreció esta vida y prefirió ser sórdida y maldita. Eterna. Cómo lo conseguiría ocho años después. Las letras de Frank son profundas, y con ellas Amy reveló ser también una compositora que habría que tomar en serio. I heard love is blind, es una de esas letras hondas, cantadas con sentimiento porque de lo que se trata es de la confesión de una infidelidad, sin llegar a serlo del todo. El chico era muy parecido al novio, además ella “ha escuchado decir que el amor es ciego”.
El segundo cover del disco —todos los demás temas fueron coescritos por Amy–, (There is) no greater love es sublime y dulce, y aderezada por el tono suave de su voz la convierte en un track romántico de los mejores del álbum. In my bed y Take the box se ocupan del desamor, los desamores de Amy. Un retrato. Ella lo dijo un día: “sólo escribo de lo que me pasa”. Y en efecto, October song está dedicada a sus iconos: Sarah Vaughan, acaso el más fuerte, la más fuerte influencia para su vida. La cantante de jazz de los 50, murió víctima de cáncer de pulmón por su adicción al tabaco, y también le tuvo una afición pública al alcohol, a la mariguana y a la cocaína.
Renegada e incierta, con las dudas de siempre. What it is about men trata de responder, o mejor dicho, de poner esa pregunta en el aire y a la vez de responder que es ella la que busca siempre esas relaciones destructivas, que es ella la que cae en eso que su madre odiaba; y en Help yourself dice que no, que nadie puede ayudar a nadie si no se ayuda a sí mismo. Cuanta razón tuvo. Amy Amy Amy, es el último track de este disco con el que el mundo supo de ella. Autobiográfico, un retrato de su personalidad y de su debilidad por los hombres. Amy Amy Amy de 13:17 de duración, trae con él dos canciones escondidas: Brother, que no necesita mayor presentación, una entrañable carta a su hermano Alex; y Mr. Magic.
Frank, después del lanzamiento de Back to black en 2007, siguió con vida. Para 2008 había vendido 3 millones de copias en el mundo. A Amy hay que escucharla con las cuerdas del corazón... su música no sabe de códigos lingüísticos. No se necesita entenderla con el cerebro.
Luego Rehab de su segundo y última álbum, Back to black, fue la síntesis de su vida. De este disco, el más conocido, por el que ganó cinco Premios Grammys en 2008 y cuyas copias vendidas se estiman en 15 millones, no es necesario detenerse en los detalles de sus letras. Amy, madura y despechada. Amy adicta y renegada. Amy sórdida y oscura. Amy excesiva, excesiva, excesiva. Amy intensa. Amy diva del soul.
O sí, quizás sí sea necesario detenerse en tres. Rehab, Back to black y Love is a losing game, por lo que representaron en la música y para ella.
En Rehab se asumía atrapada en las drogas, de donde no pretendía salir, no, hasta que sus lágrimas se hubieran secado. Una alegoría, porque sus relaciones amorosas pasaban por su peor momento. Este solo sencillo vendió más de cinco millones entre 2007 y 2008 y fue colocada en el puesto 194 de las mejores 500 canciones de todos los tiempos. En Back to black nuevamente Amy hace alusión a su relación sentimental. Por el videoclip que luego acompañó a la canción hubo quienes la han interpretado como una revelación de su muerte. En en el video Amy encabeza un cortejo fúnebre seguidas de sus músicos y amigos. Aunque en realidad se trata de una muerte sentimental. Amy murió muchas veces tras sus rompimientos amorosos.
Love is a losing game es profunda y melancólica. El amor es un juego perdido un título que dice todo y que simplifica la vida amorosa de Amy con el dueño del tatuaje que se hizo en el corazón.
[Blake’s]
Ese fue Blake Fielder-Civil, su exesposo y cuyo nombre se llevó hasta a tumba, tatuado en el lado izquierdo de su pecho. Fueron públicas sus peleas, la agresividad de él y por el que el mayor tiempo que permanecieron en casados estuvo en la cárcel. Fielder-Civil recibió la noticia del fallecimiento de Amy en prisión, donde cumple una condena acusado de robo a mano armada.
Blake fue el chico que Amy conoció en un bar de Londres en 2003 antes de que fuera tan famosa como sus compatriotas Los Beatles y con el que duraría —entre su casamiento, separaciones esporádicas, hasta su divorcio— siete años, cuando ella promovió la separación legal en 2010 y le fue concedida estando él en la cárcel. Blake fue quien le enseñó el camino pedregoso y basto del crack y la morfina; el único que llegó a golpearla más de una vez, una de tantas en agosto de 2007 en el hotel Sanderson, según dio cuenta la prensa del corazón —People entre esta—, aun con fotografía que mostraron los pómulos amoratados de Amy y el rastro de las uñas de ella en la cara y cuello de él.
Fue un amor tormentoso y turbulento, como todos los amores intensos. En el video oficial de Love is a losing game la canción que Amy escribió pensando en Blake, éste aparece en escenas sueltas, en imágenes tomadas incluso de la red. Amy y Blake tomados de la mano, Amy y Blake jugueteando en la calle, Amy y Blake dándose un beso, luego Amy sola y Blake solo, separados como terminaron. Cuando en 2008 ganó los cinco Grammy, Amy se los dedicó: “a mi Blake, mi encarcelado Blake”.
Y si él no hubiera marcado tanto la vida de Amy, su nombre no se mencionaría más que como una anécdota, pero no. Blake fue el fiel de la balanza de su existencia. Cuando fue encarcelado en 2007, ella canceló sus presentaciones en público y una gira por Reino Unido. Más tarde escribió en su página web: “no puedo darlo todo en el escenario sin mi Blake. Mi marido es todo para mí y sin él simplemente no es lo mismo”. Amy como Blake, también estuvo en la cárcel vinculada con el delito que él cometió.
[Addicted]
Amy vivió la vida que quiso vivir. Se asumió consumidora de alcohol, mariguana y cocaína sin atavismos (en la red se le puede ver en una foto fumando crack en una pipa. En sus conciertos a menudo se drogaba), y debió asumir que acabaría con su vida, como el cigarrillo acaba en enfisema, el alcohol en cirrosis y la coca-cola en diabetes. Lo cantó así en Addicted —un track que junto con Valerie y Monkey man son temas sólo hallados en lados B, uno de los cuales acompañó a una edición especial del álbum Back to black—. Se debe ver así, sin maniqueísmo, dejar de satanizar a quienes viven la vida como quieren. Amy se enfrentó, además de críticos atroces que no les quedó otra opción que aplaudirle, a los puristas del mundo.
La doble moral de los medios y su público que enjuician como si fueran depositarios de las virtudes del hombre creyendo que están en el Olimpo. Ese coro condenó a Amy. Hizo escarnio sin saber, con toda seguridad, de quién se estaba hablando, sin haber siquiera escuchado su música y sin saber nada más de ella sino por lo que leen en sus acostumbradas revistas del corazón.
El día de la noticia de su muerte, el 23 de julio, las páginas y blogs que la dieron a conocer se plagó de mofas como de lamentos de quienes se dolieron en verdad ante la pérdida de una voz que no nace todos los días. De aquellos que sin nada qué decir ni qué aportar a una discusión que en efecto debe ser urgente y a fondo (la legalización de algunas drogas) reprodujeron el lugar común: “ya ven, las drogas destruyen”, o incluso aquel que se leía “uhuh, lástima”.
Las redes sociales también dieron cuenta del linchamiento. En Tuiter se leyeron cosas como estas: “Bueno, hasta que Amy Winehouse logró lo que tanto quería en vida: la muerte. Mejor lamentémonos por gente que de verdad quiso vivir”; o, “Amy Winehouse pudo ser todo lo autodestructiva que quería pero hubiera guardado su voz en un frasco a lo sirenita”; o este: “Ya salieron los resultados de la autopsia de Amy Winehouse, le encontraron sangre en el torrente alcohólico”; o, “Cuanto a que todo mundo en este Halloween se viste de Amy Winehouse”. Los autores fueron, en general, admiradores de Chespirito.
Y luego, cuando medios como Televisión Española, The Guardian, La Jornada y muchos más la incluyeron en el club de los 27, junto a Kurt Cobain, Jim Morrison, Janis Joplin, Jimi Hendrix o Brian Jones, no faltaron gritos en la red. O bien cuando se escribió en el portal del periódico español El Mundo que Amy dejaría un vacío del tamaño que dejó Freddie Mercury y se anunció un disco póstumo con influencias también de reggae, alguien escribió: “Comparar a Freddie Mercury con cualquiera de estas ... AW cantaba bien ... tanto como tantas otras que no conocemos. es mas una celebrity que una cantante. Habrá dejado grabadas 4 frases y el disco estará hecho en dos días ... para forre de algunos”.
La marcada vida de Amy por sus excesos, entrar en centros de reahabilitación, salir y volver a entrar, hizo efecto en la prensa rosa que se fijó en ella para despertar el morbo de sus lectores, aquellos que no buscan el talento de los artistas a quienes siguen o ven en televisión o en cine, sino por sus nuevos romances, los escándalos en que se ven envueltos o porque un paparazzi lo captó en alguna escena erótica. Y hasta la revista Proceso le dedicó un artículo en la sección de espectáculos de su edición 1813. Firmado por Leonardo Boix con la data de Londres, el texto condena a Amy por sus adicciones y alarmado expresa en unos de sus párrafos: “muchos temen ahora que esa tragedia (su muerte, por una posible sobredosis) no sólo la haya afectado a ella, sino también a muchos jóvenes que la adoraban y seguían”.
A Amy se le tiene que escuchar, no juzgar, y para quienes quieran hacerlo tendrán que empezar por su voz, por su aportación al soul y al blues, al jazz con ese contralto que sublimó a los críticos. Lo demás, su adicción al alcohol y a las drogas, su vida amorosa y tortuosa con Blake, su mal genio aun con sus fans... su obsesión autodestructiva y su agresividad. Todo lo demás es irrelevante.
[Pinup tattoos]
También sus tatuajes revelaron su personalidad y no han faltados quienes quieren revelarles mensajes cifrados. En el hombro izquierdo una herradura color rojo rodeado de una inscripción: Daddy’s girl. En el brazo del mismo lado, el torso desnudo de una chica tetona de labios escarlata y una pluma en este antebrazo. Del otro lado, en su brazo derecho: dos chicas más, una tendencia en tatuajes llamados Pinup girl. Cynthia, la chica retro de blusa roja amarrada al ombligo y short corto, acompañada de dos corazones del mismo color, y la chica desnuda sentada sin nada más que le tape que un abanico grande tricolor: verde, blanco y rojo, como una gran rebanada de sandía.
En el antebrazo derecho un gorrión en una rama, dos signos musicales indican que el ave canta; y una leyenda más: Never clip my wings (nunca cortes mis alas), también hay un rayo de este lado. En el abdomen un ancla con una cuerda alrededor y una inscripción más: Hello Sailor, también de la tendencia marinera pinup. En la espalda una cruz egipcia con los colores y estrellas de la bandera estadunidense y atrás de ésta una águila con las alas extendidas. En el dedo anular izquierdo un corazón y una letra A y abajo del ojo del mismo lado una eterna lágrima negra.
En el costado del pecho donde latía su corazón, Amy se llevó tatuado el nombre de Blake’s encima del bolsillo de una camisa, emulando un uniforme escolar. ⚅
[Foto: Caros Ortiz]
Justo es así, escúchala y luego te enteras de su vida