
Entre la melancolía y el furor, la tardenoche y el amorodio. Un jale al greenpeace y dos tragos al mezcal. Ambos desnudos en la cama, coitorreando, en un ambiente ecofriendly. Afuera llueve, graniza; las sábanas y paredes al rojo vivo. Lo horny de la seguridad bajo el techo. Nos besamos con ganas. Las lenguas se flagelan. ¡Qué locura lo de las salivas hirviendo! Los cuerpos en remixes de un soundtrack de movie erótico. Ella sabe que tengo un riñón y que voy al médico para monitorearme las nefronas, que necesito tanta agua como la que cae para mantenerme de pie, transpirar. Pero ya no aspiro a la vejez. I’m sorry por los consejos de mi nefrólogo. Todo es tan bello a solas, efímero. Tras el cierre de puertas, vivimos al máximo (como debería ser). La recámara arde gracias al espectáculo lascivo, el secreto intenso. Con o sin nosotros, el mundo gira y seguirá girando. Así que, please: don’t touch and don’t forget de gemir es la regla de oro. Suck my spirit, digo, sin importar los daños colaterales. La Mexico City con sus inundaciones, tráfico y caos a esta hora. Pobres los que viven a la intemperie. Siempre los mismos. Ellos muriéndose de frío, nosotros en alaridos. Si quieres sobrevivir en CDMX, vuélvete surfista, buzo o clavadista. Nada durará. Ni la lluvia, ni el frío, ni el amor, ni el sexo. Todo dará igual cuando caiga el telón. El placer es un fast track que arrasa con nuestras neuronas/hormonas y nos obliga a cambiar de posición para buscar la always-comodidad. La mortal happiness del today. Ya lo decía Einstein, en la paradoja de los gemelos, que el tiempo no es el mismo para todos. Y yo a lo Husserl: desesperado por encapsular el fenómeno de la pasión y acumular experiencias a mi sexualidad impura. El pasado y futuro en off. Ella sabe que nunca seremos inocentes en el infierno húmedo pese al close-up del alma. Oh, el Tláloc voyeur y misericordioso watchándonos fornicar como animales insaciables, adictos a los orgasmos y desenfrenos. A petición de él nos adentramos al sacrificio de las carnes, uñas y vísceras durante este diluvio citadino. Conquistando el feeling, sobreviviendo/resistiendo a la puta nostalgia. El just-enjoy del instante. El game over de las pieles y el viaje narcótico-astral. Cigarettes After Sex de fondo. Nos abrazamos con fuerza como si la ciudad fuese a desaparecer/ahogarse —la barca es el clímax mutuo—. El relevo de gestos, el batallón de caricias. Sí, los labios hinchados a mordiscos y la actitud caníbal. La señal de advertencia [rip rip] nos lleva a devorar lo imposible, la certeza de que la muerte nos sorprenderá & nevermore retornaremos. El get over de la meta establecida, el abatimiento seminal y el awesome del sudor son los resultados de la satisfacción breve. Honrar, entonces, a los corazones haciendo pum-pum-pum. Afuera llueve, graniza; los párpados en caída libre. Lo horny de las imágenes magulladas.
—¿Para qué nacemos? —pregunta, mirando a la ventana.
—Para ser recordados —respondo, rodeando su cintura.
—¿Y al final qué somos?
—Only suspiro. ⚅
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[Foto: Carlos Ortiz]
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