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Lydiette Carrión

Muchos mexicanos

Debo reconocer que no es mi música favorita. No me gusta el trap, no me late esa onda, pero las veces que la he escuchado hablar a ella, me ha parecido una mujer inteligente e interesante. Habla de feminismo, es simpática… Te puede caer bien una persona aunque no te guste su música.

Pero esta columna no es sobre la música, sino sobre el actuar. Sobre el impacto que estas historias tienen sobre las ideas éticas, de conducta, que podemos construir como región latinoamericana. Sobre qué comportamientos públicos son reconocidos, y sobre qué límites éticos trazamos a nuestro ídolos musicales o nuestras estrellas favoritas.

Desde hace unos seis meses ha sido un escándalo. Christian Nodal, joven cantautor del regional mexicano, había dejado a la mamá de su hija, la primera trapera argentina, Cazzu.

Yo, como buena representante de la generación X latinoamericana (a mí háblenme de los Fabulosos Cadillacs o Panteón Rococó), no conocía a nadie antes del rollo. Bueno, a Nodal sí, porque antes había sido novio de Belinda, y el rompimiento (con anillo de compromiso de por medio) ya había sido escándalo. Y Belinda, pues a muchas de mis alumnas y amigas les gusta.

Eso conocía yo de Nodal. Luego, que pocos meses después del escándalo con Belinda, empezó a salir con una (yo la llamaba “rapera”) argentina de nombre Cazzu. Y que poco después también, Cazzu anunció su embarazo en un concierto y esto había sido una gran conmoción.

Sí. Vi el momento, fue en abril de 2023. Fue muy emocionante, icónico, dirían. Acá se puede ver.

Hasta ahí. Pero en mayo las cosas se descalabraron un poco porque hasta yo, que ni escucho regional mexicano, ni trap, me enteré de la “tía”.

Tuve que ponerme al día. Esto es lo que supe. Era mayo de 2024. Fue entonces que supe: la bebé de Cazzu habría nacido en septiembre de 2023 y la habían llamado Inti. Ocho meses después –la misma edad de la hija– Nodal anunció el final de la relación y tres semanas después hacía público su noviazgo con Ángela Aguilar.

No tardaron ni cinco minutos en sacar una vieja entrevista banquetera a Ángela Aguilar, cuando Inti venía en camino. Ángela, de entonces 19 años, decía: “voy a ser tía”.

¿Pero quién es Ángela Aguilar?

–Es la hija de Pepe, quien es hijo de Antonio Aguilar y Flor Silvestre. Canta, pero sobre todo es como un manager, como alguien con poder en la industria de ese tipo de música; de elegir quién sí y quién no.

Escuché a Ángela. Me pareció que cantaba lindo, voz muy educada y trabajada–supe después que habría tomado clases desde los 4 años–, lindo en ese estilo rocambolesco, tradicional mexicano, rolas para los ruedos, para las corridas, las borracheras de fiestas mexicanas… mexicanas blancas, pues. Pero me generaba grinch que se refiriera a sus seguidores como “angelitos”. ¿Quién llama a sus seguidores con su propio nombre? Pero bueno, quién soy yo para juzgar…

Y luego, resultaba incómoda tanta alegría pública, tanto «amoooooor», cuando había una bebé que no cumplía el año de por medio.

–En esos niveles, con la cantidad de lana que tienen todos ellos, querida, no creo que haya víctimas– me cuenta una amiga feminista. Ni Cazzu, ni Ángela son víctimas.

La fortuna de Cazzu se calcula en más de 2 millones de dólares. Según la prensa, Ángela tendría una de 5 millones y Nodal, de 20 millones.

En efecto, no nos encontramos ante la típica madre que ha sido abandonada con el peso de todos los cargos económicos y de cuidado que forman alrededor de un tercio de los hogares en México. No, no es la violencia económica y social que deben padecer millones de madres. Pero igual no se sentía bien.

(¿Por qué perdía yo el tiempo en esto? La realidad es que el chisme de este triángulo amoroso me salvaba la vida frente a la destrucción del alma que me dejaba dar seguimiento al genocidio en Palestina. Por favor ténganme paciencia.)

Pensé: “bueno, en términos musicales, entiendo que haya más compatibilidad entre Ángela y Nodal”, pero qué velocidad, para cambiar de parejas, para dejar a una pareja con una bebé. Para casarse fast track con “la princesa del regional mexicano”.

Pero lo que más me enganchaba eran los comentarios: por ejemplo, la absoluta condena contra Ángela. Contra Nodal no leí tanto odio, paradójicamente, aunque era él quien tenía el compromiso con Cazzu, con su hija.

No porque Ángela no me resultara antipática. Sólo que honestamente, aunque ella hubiera sido desconsiderada, egoísta, etcétera, el padre de una bebé era él.

Ángela tenía 20 años. El odio lo recibió ella. No Nodal.

Hace un par de semanas, Ángela dio una entrevista en inglés. Básicamente dio a entender que Nodal y ella habían salido desde meses antes del rompimiento y que Cazzu sabía que existía un acuerdo entre todos. “Ningún corazón salió roto”, “todos somos adultos, estamos bien”, dijo, en inglés, con aparente tranquilidad.

Por primera vez, Cazzu dio una entrevista y la desmintió. “Sucedió algo que me hizo sentir la necesidad de aclararlo”… “en este momento se puso en duda mi integridad como persona. Se dijo hace poco que yo tenía conocimiento de la relación de estas dos personas”. Dijo sentirse obligada a hablar del tema. “Me siento en la necesidad de refutar y decir que es mentira”. Que ella jamás se prestaría a algo “un plan tan retorcido como el que se está proponiendo”, y que se enteró de la relación entre Nodal y Ángela como todos los demás: por redes sociales. Incluso, cuando terminaron le preguntó a Nodal si existía alguien más, él lo negó.

“Siento que me obligaron a hacerlo. Para mí este es un tema tan privado, tan sensible, que me hubiera gustado nunca tener que decir nada. Pero se está poniendo en duda mi integridad como persona…. Y citando lo que se dijo, se habló de mis sentimientos, en boca de alguien que no me conoce, que no sabe cómo yo la pasé. Se dijo que aquí no se rompió un corazón.. Yo sufrí muchísimo, y se rompió más que un corazón”.

Agregó que nunca quiso hablar de esto, que quería manejarse con respeto, sobre todo porque “mi hija tiene un papá que siempre va a ser su papá. Pero”, agregó, por el amor a su propia hija necesitaba poner un límite.

Cazzu, lúcida, respetuosa, inteligente, y con una honestidad que desarma.

El límite que ella dice es: no mientan sobre mí.

Las redes la ovacionaron.

Se lo merece.

La última pieza del escándalo es un video en vivo en el Instagram de Nodal, desencajado, diciendo: “de mi esposa no van a estar hablando”.

Ojo, él no pide respeto para la madre de su hija, ni para su hija. Ni siquiera se refiere a Ángela como persona. No. De su esposa.

De su propiedad.

De su esposa no van a estar hablando.

«Mi esposa no es una amante».

Pero en esta ocasión, el odio contra Ángela y –ahora sí– contra Nodal, se desató.

¿Cuál es el límite que ponen los seguidores a sus artistas? ¿Cuál es el límite de comportamiento, en este mundo de post verdad en el que la vida privada parece desvanecerse, por elección propia?

¿Por qué se le exige más comportamiento ético a Ángela que a Nodal? (Sí, es una pregunta retórica). La propia Cazzu lo menciona en su entrevista: odia estar enfrentada a otra mujer, en especial cuando hay otros involucrados, dice.

El de la principal responsabilidad es este nuevo ídolo macho mexicano. Hasta Pepe el toro se queda pe…rplejo.

¿De qué forma el peso del abandono y los cuidados recaen sobre una mujer, aunque ella apenas haya dado a luz?

¿Cuál fue el mal cálculo o la prisa por hacer una boda pública? ¿Al «clan» Nodal-Aguilar se les hubiera tolerado esto quizá si fueran los años setenta? ¿Hasta qué punto estas discusiones y otras similares –como las de Shakira– pueden llevar a una discusión pública sobre la responsabilidad y los cuidados, o está condenado a quedarse en el odio, el hate, en que la misoginia tome otro rostro? ⚅

[Foto: Gonzalo Pérez]



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Este texto también fue publicado en Pie de Página.

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