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Temporada de Patos en Los Ángeles

  • Fabián Hernández Murillo
  • hace 14 horas
  • 3 Min. de lectura

"Si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato, entonces probablemente sea un pato". Esta frase, conocida como la prueba del pato, se la debemos al poeta James Whitcomb Riley (1849-1916). Este dicho se me vino a la mente mientras leía y veía noticias sobre los llamados raids en Estados Unidos. El mayor estratega y ejecutor de deportaciones es Barack Obama, mas hoy los raids toman un carácter brutal y espectacular con Donald J. Trump: no nos hagamos bolas, estamos viviendo una nueva etapa del proceso que busca la destrucción de toda forma de unidad por parte de los trabajadores migrantes; se busca su pulverización absoluta a través de los raids.

La palabra raid no sólo define redada: es un ataque, bombardeo y asalto sorpresivo. Esa misma palabra se usó para definir las acciones de la Mara Salvatrucha, el Barrio 18 y una clica menor, Los Chorizos, cuando impusieron “impuestos de guerra”, quemando autobuses y deteniendo gente en Honduras durante 2015-2016. La Mara Salvatrucha y el Barrio 18 fueron creadas en Fulton, Los Ángeles, California. El escritor Luis J. Rodríguez, autor de Always Running: La Vida Loca, Gang Days in L.A., afirmó en LA Times: “Estas pandillas están hechas en América (Estados Unidos), no en México, no en El Salvador”.

En marzo de 2019, Kilmer García Abrego, trabajador de la construcción, casado y con tres hijos con necesidades especiales, fue a un Home Depot a buscar trabajo (gran número de contratistas en Estados Unidos pagan en efectivo, evadiendo así cualquier otra responsabilidad) y fue detenido por portar una gorra de los Chicago Bulls, tener tatuajes y “vestir” como un Mara Salvatrucha. El veredicto: es un pandillero. Ya detenido, obtuvo una orden de una corte para no ser deportado. Al inicio de la administración trumpista, este hombre fue deportado por un error administrativo a El Salvador. Luego fue encarcelado en la megaprisión de Bukele. Primero se reconoció el error, luego se adujo que era un Mara Salvatrucha. La presión social y política, y el no poder probar nada ante la corte, obligó al Homeland Security a devolverlo a Estados Unidos.

La campaña mediática usó el mismo dicho: muchos mexicanos y centroamericanos en Estados Unidos están ilegalmente, cometiendo crímenes, violando, llevando fentanilo y continúan invadiendo al vecino del norte, etc., etc., sin demostrar prueba alguna. Ese sigue siendo el leitmotiv de los raids.

Susana y Esteban Manzanares se conocieron online en Mission, Texas. Él era un hombre dulce y bondadoso que ayudaba a los desconocidos. Se casaron en 2006, tuvieron dos hijos, ambos con fibrosis quística (enfermedad genética, crónica y hereditaria que afecta principalmente a los pulmones y al sistema digestivo).

En una madrugada de marzo de 2014, una adolescente de 14 años, su madre y una amiga cruzaron el Río Bravo. Fueron detenidas y llevadas a 16 millas del lugar de arresto. La joven fue atada a un árbol y abusada durante horas por el agente de la Patrulla Fronteriza Esteban Manzanares.

El Buró Federal de Investigaciones fue alertado del acontecimiento y, al visitar al violador en su domicilio, este se suicidó. La víctima fue interrogada y describió al agresor en una corte federal como un hombre vestido de verde, rapado y con tatuajes.

En febrero del presente año, los oficiales de la Patrulla Fronteriza Jesse C. García y Diego Bonilla fueron arrestados por permitir la entrada de fentanilo, cocaína y heroína por la Garita de Otay, de Tijuana-San Diego. En la corte federal, la mula declaró entenderse con hombres vestidos de verde, con gorra y tatuajes. Puesto así, pareciera una guerra entre pandillas. ⚅

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[Foto: Carlos Ortiz]

 
 
 

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