Estado de emergencia
- Ricardo del Carmen
- 30 jun
- 3 Min. de lectura

«Ser mujer es un estado de emergencia». Esa frase, que aparece en el último cuento de Perras de reserva, sería el resumen del libro de Dahlia de la Cerda. En trece cuentos, Dahlia cuenta las historias de trece mujeres en los márgenes. No estoy seguro de que estos textos aborden el horror de las mujeres en México, cuando la realidad siempre supera a la ficción, dice Svetlana; pero sí expone las formas de violencia criminal hacia las mujeres de manera personalísima. Mucho se ha escrito sobre el tema, pero el valor de Perras de reserva está en la primera persona contando desde sus contextos y su lenguaje. La peculiaridad del habla hace que, de vez en cuando, sueltes una risita a pesar de lo complicado de la situación. Me pasó, por ejemplo, con El vampiro de la colonia Roma, pero son formas propias de las protagonistas. A veces, sin embargo, me pareció que, indistintamente de su contexto, educación y región del país, todas las voces eran muy parecidas.
Los cuentos Yuliana, Constanza, La China y Regina dialogan entre sí. Cuatro mujeres con sus propios intereses. Yuliana, la heredera de una organización criminal en México, amiga de Regina: una niña guapísima, obsesionada con los likes y que se hace novia de un ahijado de una narca que termina asesinándola por celos. Constanza es la hermana de Regina, que configura su destino para ser la primera dama de México, pero un error hará que tenga que llamar a Yuliana para que la ayude. Y La China, una mujer guapa y ruda que pasa de ser halcona a convertirse en una de las sicarias de élite de la organización criminal y se convierte en la escolta y confidente de Yuliana. La China es la encargada de quitar los obstáculos que Yuliana le pide, incluso contraviniendo a su padre. En estos cuentos pareciera que estás ante una historia de Narcos, de Netflix, pero no creo que trivialicen el tema de la narcoviolencia ni que hagan apología de esta. Ellas son conscientes de los riesgos que existen y que el destino son la tumba o la cárcel. ¿Hay drama? Sí. ¿Necesario? Suficiente. Hay que acentuar el hecho de que son ficciones, no un estudio social.
Este diálogo se repite en Que Dios nos perdone y Dios no hizo el paro. El primer cuento me recordó mucho a la historia de unas mujeres que asesinan a machetazos a un hombre que se metió a su casa a robarles, y después los familiares del asaltante salen a decir que era un buen hombre, que lo hubieran golpeado pero que no lo hubieran matado. Lo que sucede aquí es que no era un hombre. La chica nos cuenta, en el segundo texto, sus motivos para entrar a robar.
Los demás textos son efectivos. Rosa de Sarón, por ejemplo, expone un gran manejo del particular lenguaje de la religión. Algo que no me había tocado leer en otros textos —o quizás me falta mucha lectura— es la relación de las canciones y grupos buchones y pop, que hacen a los textos hilarantes por las referencias sociales que se les atribuyen. Aquí encontramos Mariposa de Barrio, en total alusión a Jenni Rivera, y la relación con una niña (porque otra vez es una niña), en una relación sentimental llena de engaños y peleas infantiles en redes sociales. La sonrisa, la historia de una mujer a lo Kill Bill que se convertirá en vampira para vengarse. Culo de paja, que aborda el tema de la brujería. Lentejuelas es un cuento que me recordó mucho a un crimen de odio que tuvo lugar en San Marcos, Guerrero. Y, para mí, el mejor texto es La huesera, una carta de despedida para sanar la pérdida de la mejor amiga y enfrentarse al desolador y deshumanizante aparato de gobierno ante un feminicidio.
Es cierto que en estos cuentos se recrean estereotipos sociales, pero ¿es que hay textos que no? Estos contextos existen y son necesarios porque constituyen la vida de los personajes. Puede que los textos nos parezcan light porque esas formas del habla son ahora muy comunes y frecuentes, y están cargadas de simbolismos y atributos que los inclinan hacia los márgenes. Los cuentos ocurren en este tiempo: hay teléfonos, WhatsApp, drogas sintéticas, violencias extremas, narcogobiernos. Y su valor es, justamente, abordar estas violencias desde esos contextos. Aquí y ahora. ⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
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