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Analí Lagunas

Un género literario

Escribir oficios debería figurar como género literario, pensé ayer mientras me quebraba la cabeza intentando redactar una solicitud que iba dirigida a una área muy “temida” de la administración municipal; esta angustia es un chiste negro y muy local, dicho sea de paso, que los taxqueños tenemos calzado a fuego por el contexto histórico que atravesó nuestra ciudad hace poco más de un mes.

Yo buscaba en los lindes más profundos de mi cerebro, agotado por la rutina actual, el adjetivo adecuado, el que no sonara muy lisonjero, pero tampoco altanero. Y pensé en Azul, en la facilidad con la que va hilando las palabras que, por cotidianas que sean, enunciadas por ella, adquieren una textura mágica ¿cómo sería un oficio redactado por un poeta? ¿Cómo escribiría Rulfo los informes de ventas de la refaccionaria donde trabajó?

Bien lo dijo, hace un par de días un amigo escritor, la “estética lamentable” de los oficios redactados en oficinas gubernamentales termina invadiendo, como el moho a la pared de una casa, el léxico de quien los escribe.

Últimamente, cuando no puedo dormir, me imagino esgrimiendo mis mejores recursos discursivos para elaborar respuestas hermosas a situaciones por demás inverosímiles y desgastantes. El viejo adagio de “todo por escrito” jamás me había resultado tan angustiante. Para contribuir a esta angustia, descubrí en una plataforma de streaming una serie española con la que no puedo más que sentirme totalmente identificada.

“Bellas Artes”, es una serie del 2024 que retrata la serie de vicisitudes y retos a los que se enfrenta Antonio Dumas cuando asume la dirección de un museo de arte contemporáneo. En cada capítulo que, por fortuna para mi desgastado cerebro, dura aproximadamente 30 minutos vemos a Dumas lidiar con la agobiante rutina burocrática en la que se ahogan cientos de gestores culturales y artistas a lo largo del mundo. Y digo mundo, porque después de ver esta serie me queda claro que los pesares y avatares a los que artistas y gestores culturales Mexicanos nos enfrentamos es un tema que traspasa continentes y fronteras.

El aparato crítico sobre el que se consolida esta serie me hace pensar muchísimo en los espacios y herramientas que se están proporcionando desde el Estado, en la forma en la que se consolidan los circuitos culturales y lo poco o mucho que los procesos administrativos pueden ralentizar el acceso y disfrute de las manifestaciones artísticas y culturales.

¿Vale la pena seguir nadando contra corriente frente a una pila de oficios que se acomodan cínicamente en el escritorio? ¿Es posible escribir sobre lo que apasiona, sin que la estética lamentable del protocolo ahogue el mensaje? como dicen ahora las personas jóvenes ¿cómo afectará esta encomienda mi escritura? ¿cuántos monstruos hay que descubrir desde este lado del espejo?

A veces, hay situaciones para las que no se tiene una sola respuesta. ⚅

[Foto: Gonzalo Pérez]

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