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  • Caliche Caroma

Una y otra vez (con muchos falos)




Existen películas que a mí me gustan mucho y que se han convertido en parte de mis favoritas, pues las volvería a ver varias veces, pero sé que a los demás no les gustarán, la gran mayoría pondrá el grito en cielo por la temática, la brutalidad, violencia, pornografía, abuso de drogas, en fin, por todas esas cosas que hacen repelente (o atractivo) a un filme.

Algunos ejemplos de esas películas que no suelo recomendar cuando alguien me pregunta qué ver, son: Visitor Q, Takashi Miike; Baise-moi, Virginie Despentes; Hombres detrás del sol, T. F. Mou; Bad Boy Bubby, Rolf de Heer; Crash, David Cronenberg, etcétera de lo moralmente censurable y de la reserva por si las dudas.

Pudriéndose al sol acaba de entrar en esta lista, la dirige Sebastián Silva, chileno que filmó en México este largometraje de suspenso posporno, la producción es gringa, de 2023. Dije suspenso posporno, pero podría ser de crítica de la modernidad con una cubierta de antropología del mexicano, aderezada con la era del vacío y el imperio de lo efímero. También se puede clasificar como una película de crimen/detective con arte pornogay y mucha gentrificación. O simplemente una historia de alguien que terminó ahogado por sus deseos.

Más allá de las seudo clasificaciones, Pudriéndose al sol es una película divertidísima, e incómoda, al menos desde el punto de vista mexicano (¿qué es lo mexicano?). Protagonizada por el mismo director, y actores que usan sus nombres reales para sus personajes. Con momentos sumamente polémicos, el largometraje de 111 minutos es más verosímil que cualquier noticiario de las tres de la tarde. Aplausos de pie para la actuación de Catalina Saavedra.

La redes sociales, el narcisismo, la promiscuidad, el arte contemporáneo, el suicidio, la inspiración, la amistad, la culpa, Cioran, la Roma, Zicaleta, la mentira, la simulación, el apropiamiento cultural y muchos falos, de esto se trata Pudriéndose al sol. La recomiendo, contrario a lo que dije al principio, sí, pero no a todos, conforme a mis pocos principios. Luego este tipo de producciones que no aspiran a ser de culto, se convierten en referentes cinematográficos por lo acertado de su mirada, porque, aunque se mueve en la comedia, tiene un pie en la tragedia del sin sentido en el que caminamos todos los días.

Posiblemente me equivoque, ya vendrá un especialista en el séptimo arte para leerme la cartilla: “Eres un imbécil”, me dirá a su modo, y yo sé que sí lo soy, pero aun así vería esta película otra vez, y otra vez, y otra vez... ⚅

[Foto: Carlos Ortiz]

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