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Ya puedes olvidarlo: ventana al pasado que algunos vivimos

Hugo César Moreno Hernández

¿Qué estabas haciendo en diciembre de 1997? En este momento de mi vida, me doy cuenta de que la memoria no sólo es imprecisa, sino que es puro residuo de recuerdos y es el cuerpo quien mejor accede a ella. La melancolía llega por el estómago y se atora en la garganta, eructa salina por los ojos. Todo puedes olvidarlo. He olvidado lo que hice en diciembre de 1997, pero siento aún esa década. Ya puedes olvidarlo me regresó con vívidas imágenes y, sobre todo, sensaciones, a esos años. Juan Mendoza se pasea por Ciudadela, Balderas, Hidalgo, Juárez, la zona de influencia para los estudiantes de la temeraria Vocacional 5. A mí me tocó el Colegio de Bachilleres Plantel 2 de Cien Metros. Tenemos la misma edad y similares circunstancias. Los mismos miedos. Los porros del Bacho 2, los “Heroles”, fueron motivo de terror para los miles de estudiantes de ese plantel. Su presencia nos convertía en víctimas constantes del taloneo. Saca la quiña por aquí, saca la quiña por acá (en referencia a las monedas de quinientos pesos antes de devenir cincuenta centavos tras la deflación de 1993), eso era lo de menos, lo peor era caerle mal a un porro, por lo que fuera. Sin embargo, otro miedo me embargaba: el miedo a las chicas. Tuve varias Cecilias, pero a diferencia de Jaime, el protagonista de Ya puedes olvidarlo, nunca llegué al fajecín bendito, pasé en blanco el bacho, dicho con todas sus aproximaciones de sentido.

La novela de Juan, el bueno del Juanito Podrido, tiene todos los elementos para convertirse en un clásico para los cuarentones de hoy, lo cincuentones de mañana y, quizá, para los sesentones de pasado mañana. Una ventana a cierto pasado que algunos vivimos, de cierta forma, con elementos que nos identifican. Sin embargo, tiene también la fuerza narrativa para forjarse su camino más allá de las melancolías invasoras de esos cuerpos con gastritis, hipertensión, sobrepeso y en alto riesgo de fenecer gracias a los estragos ocasionados por los malos hábitos que ni la educación ha podido arrancarnos. Esos elementos son: la geografía noventera, acompañada por su discografía y las señales con las cuales se puede reconstruir, casi sociológicamente, una ciudad que ha cambiado demasiado a pesar de penar por las mismas miserias. También tiene la bondad de mostrar una forma de agregación juvenil terrible: la banda, los porros, esas agrupaciones complejas, motivadas por el mapeo político. Los porros, entre la pandilla y el grupo de choque campean en la novela del Podrido con la fuerza del medio ambiente de una novela costumbrista, son la tormenta, la terrible fuerza natural imposible de evadir y, al mismo tiempo, son humanidad, constancia de nuestra capacidad para alcanzar los extremos de la violencia más estúpida. Así, incluso como material de consulta para historizar a la porrada, Ya puedes olvidarlo se convierte en lectura obligada gracias a sus descripciones precisas y descarnadas.

Pero más allá de la melancolía, una fuerza capaz de darle belleza a creaciones quizá, objetivamente, no tan bellas, Ya puedes olvidarlo comunica a otras generaciones, porque tiene la sencillez necesaria y el grado exacto de pretensión en los diálogos y narraciones. Jaime es preciso, insufrible en la superioridad moral autoimpuesta, como seguramente me comportaba yo a esa edad, como seguramente se comporta hoy cualquier mocoso de diecisiete años con ínfulas de artista, escritor, poeta o lo que hoy tenga la consistencia de la superioridad frente a los pares. La novela comunica identidad, aquello que puede forjar lazos de solidaridad en una sociedad donde todos pretendemos ser únicos, escapando de nuestra singularidad.

Ya puedes olvidarlo, de Juan Mendoza nos arroja a la cara los olvidos con la dureza del recuerdo, con la espesura de nuestros miedos, eso a lo que temíamos cuando vivimos nuestra primera juventud y eso a lo que tememos haber traicionado por el simple hecho de envejecer. Con Ya puedes olvidarlo quizá podamos hacer las paces con ese pasado donde nuestro futuro parecía más promisorio y con nuestro presente al perdonar al paso del tiempo su sevicia contra nuestros cuerpos y, por encima de todo, contra nuestros sueños juveniles. ⚅

[Foto: Gonzalo Pérez]

 
 
 

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Juanito Podrido
Juanito Podrido
Jul 18, 2023

Honor y privilegio vuestras palabras... quedo muy emocionado

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