Chaquetear: viajar al centro de la mente en blanco
- Franco García
- 2 jun
- 4 Min. de lectura

Seamos neteros: a nadie le interesa leer chaquetas mentales. A nadie. Porque son infértiles, peroratas, paja, sin gracia, incultas, inútiles, etcétera. Las chaquetas mentales las tienes a cualquier hora y en cualquier lugar: en la oficina, en el parque, en las cantinas, en los hospitales y hasta en el baño. Cero apuro. Si Bob Kane y Bill Finger no hubieran inventado a Batman, ¿qué sería de DC Comics? ¿Se imaginan un mundo nerd sin la gran figura del murciélago multimillonario? Oh, sí que dolería. Y no cualquiera tiene el talento de provocar tanta adrenalina con sus villanos. No sé ustedes, pero es una lástima que Bob Kane no haya reconocido del todo a Bill Finger y se hayan peleado. Siempre sucede con estos acontecimientos: demandas por aquí y por allá. Cosas de propiedad intelectual. Batman es un superhéroe (aunque no tiene superpoderes) que admiro desde niño, y mi madre a los tres años me consintió con un enorme pastel de él. Y no deja de preguntarme sobre él mientras viajamos en el Metro. Yo sé que a ella le gusta leer el TVNotas y me cuenta las pendejadas del Muñeco que quiere regresar con Lorena Herrera. Es el amor de su vida. Ese Muñeco siempre será recordado por el accidente que tuvo en el viejo Distrito Federal mientras viajaba en motocicleta junto con el elenco de Sólo para mujeres. Y pum: un conductor venía en su DeLorean DMC-12 a gran velocidad, ebrio para rematar, y que se los lleva de corbata. Lo sé porque iban a presentarse en el entonces programa Otro Rollo. En fin. Como les decía, las chaquetas mentales son inevitables e indispensables, pues relajan la mente y puedes viajar desde Babilonia hasta tu país favorito. El mío sería un nórdico. Tal vez casarme con una nórdica y que me enseñe sobre su cultura y literatura. Tobias Wolff, apiádate de este imbécil chaquetero. Viajar a Europa es caro para los que venimos desde la clase baja hasta la media. Y puta, cabrón, cuando pisas esas tierras sientes una conexión con tu pasado por todo lo que has leído del Viejo Continente y te maravillas con lo moderno que hay. Ahuevo, la música, la comida, las calles, los aromas, las casas, los transportes públicos, los libros. Te quedas como pendejo con la boca abierta a mitad de las avenidas principales cuando ves todo lo que te rodea. Dios, uno tiene que aprender a controlar su mente, pero resulta imposible. Si Hitler, que era vegetariano y amaba los perros, no podía con su mente. Tuvo que meterse un tiro en la cabeza porque los rusos estaban tras sus talones. No quería la humillación roja. ¿Qué hubiera pasado si los alemanes hubieran ganado la guerra con la bomba atómica? Ufa, Philip K. Dick estaría de brincos. Un máster de la ciencia ficción, del ciberpunk. Claro, también hay mujeres, ni duda cabe, pero este señor tenía una gran obsesión con el Ejército Alemán – así, en mayúsculas – que todas sus historias cuentan con nazis genios, máquinas nazis, sueños nazis, literatura nazi (si no, pregúntele a Roberto Bolaño, que era un fan de K. Dick. Es obvio que lo leyó. Sus personajes tienen algo que ver con los nazis también, pero este chileno-mexicano-español le dio un giro tremendo, el hijo de puta, con que eran autores de libros. Y unos libros envidiables. Peor aún: POETAS. No mames. Es cuando te das cuenta que hasta los villanos son cultos y logran grandes hazañas. Mientras unos acá cierran librerías o se vuelven políticos de poca monta. Un libro no mata el hambre, es cierto. Un libro no te defiende de una bala. Es más: ¿cuántos libros lee un guerrerense, por ejemplo, a la semana, al mes o al año? ¿Valen la pena los libros? ¿Nos sacarán de la pobreza? Pregúntele a un político o a un escribidor. Guiño, guiño. Los libros no son rentables, pero te ayudan a saber de pornos, drogas, tráfico de armas, crisis económicas, prostitución, guerras, miseria, cárceles, esquizofrenia. O que Eminem era el mejor rapero de inicios del Siglo XXI. El rap me ayuda a volarme los sesos, es volver a mi vieja época de la adolescencia. Eso del break dance es un éxtasis que me lleva al cielo como Ícaro y luego se me cortan las alas cuando escucho una cumbia de Aniceto Molina y entonces lo tropical se apodera de mí y ya no sé ni quién soy. El día que muera estaría chingón que me pusieran cumbias. Al menos Dante y Caronte me esperarían con sabrosura en el Mictlán. Vaya Día de Muertos. Tropical flow. ¿En qué estaba? Ah, okey, lean a Bolaño y redescubran por qué de los nombres alemanes. Eran unos adelantados para su época y el viejo replicante Nexus-6 lo sabía. Tenía una realidad muy alterada. Sus chaquetas mentales eran asombrosas. Cuántos orgasmos literarios podría haber tenido. Por eso sus lectores lo siguen consumiendo, porque al menos este tipo vende con garantía de que sus libros son/serán llevados a la pantalla grande con un éxito de taquilla. Los utilitaristas le llaman ocio, y pues el ocio también genera ganancias, principalmente en un país de Primer Mundo. Acá, en el Tercer Mundo, no es recomendable. Don’t do it. Tienes que trabajar para el Gobierno o empresas si quieres sobrevivir y venderte barato. Uno tiene que llevar las cuentas, centros de costos, análisis económicos, financieros, contables, etc. Es chido recibir tu pago y gastarlo en cigarros, hierba loca, sexo, libros y figuras de colección. De vez en cuando me chaqueteo mentalmente en la oficina porque me estreso y no dejo de pensar en Tyler Durden y su estúpida idea de aventarme por la ventana. ¿Y tú, a las cuántas chaquetas mentales aprendiste que la vida no tiene sentido y que hagas lo que hagas serás improductivo? Bueno, ya debo bajar en Indios Verdes porque mi madre no conoce por estos lares y hay que andar a las vivas o te bajan la cartera, el celular y las entrañas. ⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
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