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Declaraciones amorosas y otros trámites

  • Antonio Salinas
  • 21 jul
  • 6 Min. de lectura
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Primera parte: Constancia de situación sentimental


¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el SAT, es una espesa fatiga, ¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el SAT, ay, una ciega alegría, ¡Tan-tan! ¿Quién es? Es el SAT, es una muerte de hormigas. Desde mis ojos insomnes el SAT me está acechando, me acecha, sí, me enamora con su ojo lánguido. ¡Anda, putilla del rubor helado, anda, vámonos a hacer nuestra declaración patrimonial!

Nada más borgiano ni kafkiano que el SAT solicitando una carta que emite el propio SAT para entregársela al SAT. El SAT se parece en algo con la literatura, particularmente con la poesía: no te devuelve nada que no sea parte de ti. Si en tu corazón existen deudas de amor, amarguras, resentimiento; o rencores por no saber soltar a la otra u al otro o declararte a tiempo, prepárate a las consecuencias. ¡Por falta de palabras y dinero podemos perder al “amor” de nuestra vida! Es decir, el SAT y la poesía sólo te regresan lo que hay dentro de ti. El SAT es público, pero te trata en privado; la poesía es íntima, pero cuando sale a la luz forma parte del público, de sus afinidades lectoras y sus opiniones emitidas. Por eso y más los poetas ya no lloran, los poetas facturan.

Las oficinas de Servicio de Administración Tributaria son de las pocas dependencias federales o estatales, ya no digamos municipales, donde, curiosamente, hacen que te sientas cómodo; son espacios con aire acondicionado, con suficiente personal, asesores, especialistas, estudiantes en servicio. No se parecen a otras oficinas del gobierno donde te tratan como si te regalaran el servicio, pues sería el colmo si se trata de que pagues (te pongas al corriente). Pero todo parece plan con maña, una novela de amor-odio (tóxica), de retorno e ironía, de engaños y encuentros.

Los amorosos y los morosos también tenemos derecho a enamorarnos, a que nos dejen las cosas claras para que no andemos por la vida como autómatas viendo tutoriales, tales como: Revocación o cambio de pareja, Cómo ser feliz con dinero y sin dinero porque sigo siendo el rey, Cómo morir sin dejar deudas a los seres queridos, porque, a los que no nos quisieron, ni lástima les vamos a dar. Los amorosos y los morosos tenemos derecho a ser correspondidos, o mínimo, a realizar nuestras declaraciones patrimoniales y nuestras declaraciones amorosas en tiempo y forma, aunque como pequeños contribuyentes del amor y grandes recaudadores de la condición humana, salgamos más endeudados que como estábamos antes de tener capital, si es que tuvimos capital o una ciudad segura donde vivir.


Segunda parte: Mini sitio de Buzón tributario

Poesía morosa, Prositas de amor contra el SAT, de Xitlalitl Rodríguez Mendoza, fue publicado por Ícaro Ediciones. Es importante acotar que la editorial que publica esta obra, como otras editoriales independientes en México, apuesta particularmente a la poesía, a ese territorio de claroscuros, de lucha y resistencia, de necedad y perseverancia, de riesgo y fracaso. Ícaro Ediciones no solo publica lo que se escribe dentro del estado (Guerrero); también extrae la tinta de otras geografías, las voces de poetas que comparten los experimentos poéticos, así como los derroteros cotidianos de la condición humana.

Sisi ha compartido su obra en varias ocasiones en Guerrero. Su libro Jaws [Tiburón] obtuvo en el año 2015 el Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano. Por la misma razón, la obra fue publicada en coedición por la Secretaría de Cultura de Guerrero y Mantis Editores. Por fortuna, el libro fue entregado de forma gratuita en distintas actividades de fomento y difusión de la literatura; además, ha sido bien recibido por los lectores de estos terruños, así como por quienes se han echado un chapuzón por curiosidad en cada una de sus páginas.


Tercera parte: Devoluciones y compensaciones

El poema nace y crece en el interior; después toma la forma de quien lo recibe o lo contiene, consciente o inconsciente. Como el universo, el poema se expande y se contrae dentro de sí mismo, por eso obedece a sus leyes que lo rigen; toma el cuerpo y le da forma, toma la luz y navega, toma un teclado y dialoga con Dios y con el diablo. Nada escapa de su ojo: el sueño, una lágrima, un gato, una orquesta, la risa.

Reconozco que a veces me acerco a una lectura con los prejuicios que me rondan, bajo el estado de ánimo que impera en el momento; después, cuando me siento menos responsable, menos embargado, menos comprometido, la lectura fluye sola, como un río cuando llueve, y en el caso de este libro, como el río de Heráclito. No es fácil leer dos veces Poesía morosa, Prositas de amor contra el SAT sin que nuevas ideas corran por la mente lectora. Me sucedió en muchos casos; compartiré unos versos como ejemplo de esta experiencia:


De lo que pasa en el tiempo del mundo narrado no podemos estar seguras. Así, estas líneas de voz seguirían girando hasta disolverse entre nada y entre todo hasta que tú o yo o alguna otra pusiera un punto y seguido antes de tomar aire

“La guerra es el padre de todas las cosas”, dice también Heráclito. Mis batallas se fraguaban a medida que recorría el libro. Encontré diversas cruces, puentes y senderos hacia donde partir o hacia donde doblar. Cuando sentí el control de la página, aparecía un giro y otro y otro más. Consciente del horizonte y abierto a la travesía que se vislumbraba, puse el cambio de luces y avancé a otra velocidad en la segunda parte del libro Kenopsia: derrapé, frené, di vuelta a las hojas o me tiré de reversa. Algún recuerdo o referencia que había quedado atrás me hacía desandar. En este viaje de ida y vuelta guiado por los versos de Sisi, como un copiloto con los ojos abiertos de puerta en puerta por las líneas del camino-libro, que mira los letreros derruidos, el horizonte derruido; pero que disfruta del viaje más que del destino.

Soy el lector que dice al conductor-autor: Aguas con la gallina, ya viste la luna, atropellaste una víbora, qué rosa o gris está la tarde, qué te parece si nos detenemos un rato… En algún momento anoté el nombre de las cosas, las formas del aire, los lugares abandonados, los sueños con Juan Gelman, Lyn May, Kafka. Estoy seguro de que en la escritura y el sueño podemos cortar camino o demorar la llegada. No recuerdo quién dijo algo así como: “Cuando cambiamos de un tema a otro es porque nos sentimos cómodos”. Seguramente se refería a la conversación; si bien en la poesía podemos vagar de un lugar a otro manejando la palabra, no necesariamente lo hacemos por comodidad. La memoria es un camino estrecho.

Última parte: Plazos, sentimientos trasladados, retenidos o recaudados

Sisi no se toma a pecho el fondo de lo que nombra, sólo lo nombra y lo deja que se escurra, que gire como gira el mundo mientras ella toma aire en un lugar iluminado por las madres que buscan entre las oscuras palabras de las “autoridades” a sus hijos desaparecidos. Sisi cuestiona la comodidad apartada de oropeles, prefiere dejar que marchen las palabras hasta donde topen, hasta donde les alcance.

La polifonía de sus versos resuena, palmo a palmo, en el oficio de la escritora. Así, en estos vaivenes, todo cobra sentido: el amor, el trabajo, la escritura, la relación con los impuestos que estiran las deudas, pero no estiran los beneficios económicos de los pequeños contribuyentes. El trabajo como contradicción humana y el amor presente en ese aburrimiento que produce el ocio, hasta volverse un cuerpo roto o, mínimo, un espíritu amordazado:


Hasta aquí mi relación con sogas, lazos y cuerdas.


Con este verso arranca el libro, pero continúa en el mismo tono y contexto la siguiente página:


Las marcas de corrección son nudos y pequeñas cuerdas que atan lo escrito al error, amorosas, como marcas de esta soga en mi cuerpo. […] El alfabeto de las várices me enseñó a ir tachando días en calendarios; me recuerda que cada vez falta menos.

En el apartado Constelaciones familiares, los versos avanzan como una partitura; el ritmo es quien dirige la orquesta. Poemas en prosa y en verso con una musicalidad intencional, atenta al oído del lector, con quien logra una comunión armónica, lectura y relectura en constante movimiento.

El libro cierra con un poema ameno, hábil y sutil, como una niña que salta la cuerda para brincar en otra con sus propias reglas. Su única certeza es la travesía. En Poesía morosa, Prositas de amor contra el SAT, la autora conversa con su padre, con el amor como un personaje permanente, con Alejandra Pizarnik, con Santa Teresa de Jesús, con el mar y el agua, pero, sobre todo, con el lector, con la gracia de una chica que sabe que no puede perder el asombro. ⚅

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[Foto: David Espino]

 
 
 

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