“Es indudable que no se concibe a Venus sin el Amor, y si no hubiese más que una Venus,
no habría más que un Amor; pero como hay dos Venus, necesariamente hay dos Amores.
¿Quién duda de que hay dos Venus?”
Pausanias en El Banquete, o del Amor, Diálogos platónicos.
¿Qué hora es? de Elena Garro y Cita pendiente de Analí Lagunas son dos cuentos que nos hablan de la prolongación del amor romántico más allá de la vida terrenal. Ambos forman parte de una colección de cuentos, el primero de La semana de colores (Universidad Veracruzana,1964) y el segundo De indómita naturaleza (Reverberante, 2022) y aunque pertenecen a diferentes siglos —XX y XXI— con una diferencia de 58 años entre uno y otro, demuestran que los patrones de comportamientos se repiten automáticamente involucrando sentimientos, emociones, conductas, pautas y reacciones. A pesar de que ciertas actitudes no son privativas de un género sexual, existe un sesgo social en cuanto a los comportamientos esperados de los hombres y de las mujeres como se advierte en las lecturas.
Ambos cuentos están protagonizados por mujeres jóvenes que se encuentran aguardando en hoteles. En ¿Qué hora es?, Lucía Mitre espera en París al espíritu de Gabriel Cortina, su amante; en Cita pendiente, Ana espera al fantasma de Andrés, su esposo. Los hombres acordaron contactarse con sus parejas en lugares, fechas y horas establecidas. Contados desde la óptica de un narrador omnisciente, Analí Lagunas poco nos dice de la personalidad de Ana, pues se centra en el hecho de manera lineal y directa sin florituras. En contraste, Elena Garro abunda en metáforas, describe la atmósfera y delinea el perfil de los personajes al involucrar a los empleados del hotel y darles voz con diálogos que externan sus creencias, por ello, más allá del tema central que es la espera de una presencia fantasmagórica, se aborda la xenofobia cuando los empleados consideran a Lucía una mujer extravagante por permanecer en un costoso hotel parisino esperando a su amante por meses, al imaginar que su riqueza para costearlo es resultado de vacas y caballos que ha de tener por ser latina: “Todos los sudamericanos tienen muy buenas vacas y muy malas maneras. Como carecen de ideas están llenos de manías”.
El tema de la infidelidad masculina se plantea en los dos cuentos y aunque al principio se podría creer que Lucía Mitre es la infiel, a medida que se avanza en la lectura nos enteramos de que el esposo mexicano de nombre Ignacio tenía a Emilia por amante, por eso la dejó y a partir de eso es que ella inicia una relación sentimental con Gabriel Cortina, quien llegará desde Londres. El caso de Ana no es distinto al de Lucía, pues Andrés es infiel más allá de la sepultura, un fantasma seductor que tiene amantes vivas que disfrutan de las relaciones inusuales, lo mismo que hacía en vida.
Los lugares, las fechas y las horas son marcas del tiempo de las que se valen ambas narradoras para ubicarnos. Lucía mitre se encuentra en el cuarto 410 del Hotel del Príncipe en París esperando las 9:47 de la noche que se prolonga por meses, cuyo desenlace será en la habitación 101, menos costosa; Ana, en un hotel y en un lugar indeterminados cada 28 de septiembre por la noche desde hace 11 años, número que toma relevancia en el par de historias pues en la Numerología significa el portal para trascender. El reloj es un objeto importante desde los títulos, pues si bien en ¿Qué hora es? hay implícito un reloj en Cita pendiente está claro que involucra un tiempo agendado. En el cuento de Elena Garro la raqueta de tenis de Gabriel es el objeto que le dará la vuelta de tuerca a la narración como los somníferos en el de Analí Lagunas.
La magia, la fantasía y el esoterismo envuelven las atmósferas de los cuentos. Lucía espera que un fantasma llegue en un avión a buscarla para morir y aunque la primera intención de Ana es solamente contactar con su amado a través de la ouija, ante la falta repetitiva de su presencia decide suicidarse. La postura de ambas protagonistas ante la infidelidad de sus esposos marca la diferencia en cuanto a la toma de decisiones. Lucía opta por dejar al marido con su amante y ella buscarse uno y Ana se obsesiona de forma patológica en seguir al hombre que en vida la engañó sistemáticamente y, aunque ella no lo sabe, el narrador nos revela que él sigue siendo igual aún después de muerto; perpetuando el círculo vicioso. Analí nos sugiere que la relación tóxica continuará sucediéndose eternamente por la debilidad de ella.
De acuerdo con el proemio del filósofo griego Pausanias en El Banquete, o del Amor, un hombre maduro en aquel momento, conocedor del tema a través de la filosofía y la experiencia, quien no se excede en elogios para el sentimiento, Lucía ama con el amor de la Venus celestial, el inteligente y Ana con el de la Venus popular, el insensato; dos caras del amor en las que las formas, ya sea virtuosa o viciosa, harán la diferencia, argumento para demostrar que el amor está ligado a lo bello y que lo contrario, aunque también es amor, no es encomiable. ⚅
[Foto: Carlos Ortiz]
Como amas en vida, amas eternamente después de la muerte. El amor se perpetua, tóxico o libre para siempre y por siempre. El espíritu tiene memoria aunque la razón lo niegue. Dos almas que se amaron, se buscan, se encuentran, ciclicamente, y nadie ni nada lo puede impedir. Porque el amor crea, engendra, inspira sensaciones sublimes, historias que una vez que son concebidas le pertenecen al tiempo. DAVL.