Ignominia en tiempos de TikTok
- Fabián Hernández Murillo
- 15 sept
- 3 Min. de lectura

La libertad de expresión se reconoció en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789. La obtención y consolidación de este derecho fue lograda mediante el esfuerzo y la lucha de las clases. Este derecho garantizó la circulación de obras ignominiosas como Mein Kampf o la propagación del odio del joven Charlie Kirk hacia las comunidades de color, migrantes, homosexuales, trans y hacia las mujeres. El hoy venerado Charlie Kirk afirmó: “No hablamos de la virgen María lo suficiente, no la veneramos lo suficiente… De hecho, creo, la virgen María es una de las maneras de arreglar el feminismo tóxico en América” (Charlie Kirk Show, 25 de julio de 2025).
Actualmente periodistas y comunicadores de todo el mundo pierden la vida como consecuencia de ejercer su derecho a la libertad de expresión. En México, bajo un gobierno “humanista”, al menos dos periodistas son asesinados diariamente. En Baja California el gobierno emprendió una embestida contra comunicadores que cuestionan su capacidad de ejercer con eficiencia la función para la cual fue elegido y que sólo ejerce cuando se desocupa de postear en sus redes sociales sus actividades populacheras. A la fecha, el resultado son 330 cadáveres de mujeres apilados en el estado.
Charlie Kirk, en septiembre de 2024, afirmó: “Haitianos van alrededor de los vecindarios tomando las mascotas de la gente, se las están comiendo. A los patos y gansos los están levantando limpios. Entonces, supuestamente, tienes haitianos en el pueblo de Springfield, Ohio, que se van comiendo a los patos”. Y un mes después afirmó: “Haití estaba infestada de espíritus demoníacos vudú que les permitían a los haitianos desaparecer gatos y hacerlos levitar”, sugiriendo que era necesario recolonizar Haití con gente blanca. Ambos argumentos alimentaron la perorata de Donald Trump en el debate presidencial de septiembre de 2024.
No podemos minimizar el hecho de que, a partir de esas afirmaciones, en aquellos días el alcalde de Springfield, Ohio, se vio forzado a solicitar el apoyo de la fuerza policíaca para detener la avanzada de destrucción a las propiedades y negocios de la comunidad haitiana, proveniente de los “Proud Boys”, el Ku Klux Klan y residentes blancos de la comunidad, lo cual fue festejado por el inquilino de la Casa Blanca, condenado a pagar 83.3 millones de dólares por violar a la escritora E. Jean Carroll, y por comprar a Jeffrey Epstein “una mujer totalmente depreciada” por 22,500 dólares.
Charlie Kirk y su organización Turning Point USA, y Marina del Pilar, experimentaron resultados limitados hasta la aparición de TikTok. El uso de herramientas digitales les permitió la rápida difusión de su narrativa. Las redes sociales han potenciado conductas perjudiciales que dejan un daño psicológico irreparable en los adolescentes, como la propagación de desafíos peligrosos entre jóvenes que ocasionan su muerte o las campañas de desinformación y autopromoción: “A mí que me digan la reina del TikTok, tiktokera no lo voy a dejar”. Admirable estupidez. En el caso de los gobernantes “humanistas”, estas acciones han desplazado la atención de la gestión adecuada de asuntos públicos esenciales como el acceso a servicios básicos —agua, electricidad y seguridad— que siguen siendo necesidades insatisfechas para gran parte de la población.
Entre Charlie Kirk y Marina del Pilar existió una gran similitud: ambos eran adictos a las redes sociales y ambos orbitaron en una vida digital similar a la de los videojuegos, donde cada muerte es un punto más para permanecer en el juego, mostrando su ignominia y la carencia de lo que tanto presumen: compasión por el prójimo.
Ambos merecen la medalla de la ignominia, y la historia se las dará. ⚅
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[Foto: Paul Medrano]







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