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La literatura guerrerense tambiƩn existe

  • Geovani de la Rosa
  • hace 1 dĆ­a
  • 3 Min. de lectura
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Mientras en el norte de México reafirman su identidad a través de su gran y exitosa Feria del Libro de Monterrey, donde converge lo local con lo global, en el sur, quién sabe quiénes, quién sabe cuÔndo, quién sabe cómo nos metieron en la cabeza que no hablÔramos de la identidad sureña cuando hablÔbamos de literatura. O quizÔ sí sé: fueron algunas de esas personas que ahora sí les conviene ser indígenas, ser afros, ser costeños, etc., y van por el mundo muy sin pena con su utilitarismo. Son las mismas personas que etiquetaban a escritores de Clase A, B, C, D o E, de acuerdo con su trayectoria, y ejercían una discriminación absoluta, como suele pasar en la dinÔmica literaria institucional del país.

En específico, desde la década pasada, en las mesas se coló el tema de la literatura guerrerense y las respuestas, ademÔs de ser incomprensibles por lo retóricas y grandilocuentes, eran: ¿para qué hablar de literatura guerrerense?, que no servía de nada, que era aislarse del resto, que era hasta victimizante hacerlo. El tema se patetizó de manera burda, peyorativa y negativa cuando personas escritoras de Guerrero saltaron al Ômbito nacional. ¿O ustedes nunca escucharon aquella frase que soltaban algunas personas cuando alguien de Guerrero ganaba un premio nacional, una beca nacional?

La literatura guerrerense y, posiblemente, también la del sur, es un asunto que no se ha discutido con conocimiento de causa, información suficiente, voluntad y, sobre todo, asumiendo la cuestión identitaria hasta donde tope. Hablarlo desde lo literario, lo estético, lo lingüístico, lo ético, lo sociocultural, desde la posición que se ocupa en el mundo. Porque escribir desde la identidad, lo sureño, lo guerrerense, si bien tiene que ver con tópicos, temas, invisibilizaciones y víctimas de la historia y del Estado, su importancia radica en mostrar las formas de estar, percibir, expresar y testimoniar la vida en una parte del mundo: formas de comunicar, el lenguaje vivo en este territorio. HabrÔ quienes dirÔn que no es necesario; sin embargo, en Colombia se crearon términos para ubicar y posicionar escrituras regionales, como las literaturas del Chocó, del Caribe, del Cauca.

También hay que decirlo: nos quitaron las pocas librerías, las plataformas de comunicación y nos cerraron las puertas de los oficios cercanos a la escritura; nos quitaron los libros pagados con nuestros impuestos, las ferias, las reuniones, los encuentros de diÔlogo y conversación. Nos quitaron todo eso porque, en el fondo, nunca lo hicimos nuestro; nunca dejaron que la sociedad se apropiara de ello. Porque una feria, una biblioteca pública, un libro pagado con dinero estatal, no pertenecen a los funcionarios en turno (como nos han hecho creer), sino a la gente.

Y, para colmo, Guerrero, uno de los estados que mĆ”s ha apoyado a la 4T, estĆ” en el olvido, descobijado, sin un apoyo integral por parte de la Ć©lite nacional. Tantas veces repitió AndrĆ©s Manuel en suelos guerrerenses que ā€œamor con amor se pagaā€ y no se ve; en verdad, no se ve. ĀæCómo va a exigir libros, obras de teatro, pinturas, esculturas la gente de Guerrero si vive al dĆ­a, exigiendo agua, salud, seguridad, tranquilidad, servicios pĆŗblicos eficientes? Guerrero la estĆ” pasando mal, todos se rascan con sus propias uƱas, el gobierno en lo suyo, las Ć©lites saqueando todo lo que pueden y ā€œlos intelectuales localesā€ cuidando su nichito de poder y de dinero.

Nunca es tarde para empezar o retomar el camino, sin perder tiempo en la trivial discusión de si naciste o no acĆ”, si te fuiste, si volviste, si venĆ­s a ratos a ver de quĆ© te apropias, si ya no estĆ”s aquĆ­ (y sĆ­, critico a quienes adulan y le ruegan a un escritor natal que no voltea a ver hacia Guerrero, pues no le interesa, su onda es otra, su tirada es otra, su tierra ya es otra). Yo, lo poco que puedo hacer, robĆ”ndole tiempo a la oficina y a la noche, es escribir sobre ello. Porque si no miramos mĆ”s allĆ” del horizonte, estaremos perdidos. Guerrero quiere y puede ser mĆ”s que un estado bronco, de luchadores sociales y resistencia; Acapulco es mĆ”s que un puerto turĆ­stico y una bahĆ­a de sol y mar. āš…

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[Foto: Irene Tornez]

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