El plan para detonar la economía del sureste del país, va porque va. Las inconformidades, inconsistencias, abusos y demás no van a detener el proyecto de país que está trazado, quizá, mucho antes de este sexenio. Las conexiones entre Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco es demasiado atractiva para los peninsulares de a pie, no para la iniciativa privada que ve amenazadas sus inversiones en cuanto a trasporte y servicios turísticos, porque, ¿quién puede competir con las subsidios que ofrece el gobierno? La maquinaria es enorme para aplastar a cualquier negocillo como sucedió hace unas semanas cuando el Grupo México renunció anticipadamente a la concesión del tramo que va de Playa del Carmen a Tulum, porque en once meses tenía que construirlo y para ellos “técnicamente” era imposible entregarlo en julio de este año y digo para ellos, porque con el ejército dispuesto a servir a la patria, quien contra ellos.
El anuncio de un hotel en la zona arqueológica de Chichén Itzá, que no es poca cosa, ya que es una de las “Nuevas 7 Maravillas del Mundo”, hubiese sido un sueño imposible para cualquier empresario el que obtuviera los permisos de los organismos creados para promover la corrupción, sin embargo, el “Hotel Tren Maya”, construido con mano de obra militar está a punto de ser una realidad. Así es como la militarización blanda avanza con las aduanas, aeropuertos, líneas aéreas, bancos, hoteles ante una ciudadanía que lo único que le importa es salvar su microeconomía con la que todos los días come y se paga la hipoteca y si bien le va, la letra del carro. La estrategia está bien afinada para ir permeando todas las capas necesarias para instaurarse de lleno sin mayor aspaviento.
A pesar de toda la connotación negativa que pueda tener el tren maya que han valido, despidos, renuncias, amonestaciones, enconos, deslindes, decretos, gritos, sombrerazos y hasta desmayos, los meridanos ya nos vemos nadando en las aguas turquesas de Cancún en tan solo una hora y media entre ambas ciudades, lo que implica que se puede ir y venir el mismo día o continuar la fiesta en Playa del Carmen de noche y al día siguiente recalar en Tulum para bañarse con los monumentos prehispánicos a la orilla del mar. Con algo de ahorros, maravillarse de la astronomía maya desde la terraza del hotel, cuando la serpiente emplumada Kukulcán se arrastre por la escalera de la pirámide durante el equinoccio de primavera. Además a un precio especial para locales. Como dije, la seducción es grande como para no dejarse llevar por el tren. ¶
[Foto: DE]
Siempre brillante, Aidita, ¿cuándo vienes a CDMX?
Un interesante artículo, una opinión diferente, escrita por una valiosa pluma yucateca.