Memoria y voz del margen paterno
- Armando Salgado
- 12 may
- 4 Min. de lectura

Uno
El título del libro anuncia un territorio explícito: lenguaje de voces y de cuerpos, la pérdida frente a la memoria en sus múltiples capas. Este fondo atraviesa la poética de Jesús Bartolo. No es el viento el que disfrazado viene es un coro disidente, frontera sin final y el margen de un poema de largo aliento repartido y repatriado por la memoria de muchas personas en busca de otras personas que comparten la misma disolución: el cuerpo de las desapariciones. En este caso, el recuento del padre y su añoranza. En este poemario existe tal descenso, a la fosa común dentro del libro, al verso multiplicado en pedazos, porque a veces no solo el pan se multiplica, sino los cuerpos; se multiplican los pedazos de esos cuerpos que la memoria inventa e intenta remendar inútilmente. Realidad que se despedaza. Jesús Bartolo zurce con ambas manos el fondo rojo de un escenario tangente y brutal, apegado a los pasos del viento que recoge otros pasos para definir el mapa que pisamos, en este México de guerras que no cesan: guerras de los años 70, movimientos sociales que apagan y encienden sus convicciones, y la memoria que sigue titilando en la sierra de Guerrero, donde el mundo esboza una explicación a la cruel y sistemática cotidianidad mexicana que deja de lado esas otras realidades. El margen del margen. El punto difuso al cerrar los ojos. Un libro que recuerda quiénes fuimos, quiénes no somos y a quienes ya no están. Dice Jesús Bartolo:
Ciertas veces lo miré buscar rostros en su memoria yencontrar siluetas blancas: eran nombres e imágenes delos desaparecidos. Los que nunca se van, los que porolvido siguen vivos y tanta muerte no les hace falta.
No es el viento el que disfrazado viene está escrito para definir el contorno de voces que irrumpen en la memoria que despierta. En ocasiones habla Mabré, esa nación de muertos, donde el atisbo se desvanece y la infancia recuerda. Reza Bartolo: “Allá en mi infancia / resoplabas recio y esto de contarte dolía menos”. Continúa el coro:
¿Canto fue la infancia? ¿Hilo de papalote en vuelo?Raído estaba, Viento,diluyéndome como silbo cuando baja la tarde.¿Escuchas? Los pájaros han exiliado al pueblo de sus cantos.
Dos. “Los pájaros te llaman: Viento, Padre, Niño, Pueblo…”
En otros momentos, la voz de la abuela puebla con su calidez la región de sombras que pareciera el único punto del horizonte; una línea amarilla cruza la carretera, las lamentaciones, bifurca ambos lados de un grito: a veces caricia, a veces tormento, a veces nada. Camino socavado, interrumpido, avalancha, un coche ardiendo al centro, las múltiples versiones de violencia que quedan varadas al pie de una carretera abandonada. Esa línea amarilla cruza el sueño de Bartolo, su vigilia, sus libros, su estado de ánimo que recibe tolvaneras como quien recibe rayos de sol:
Horas de viento he soportado, Línea Amarilla. He intentadoseguir las huellas de aquellos pesados camiones verde olivoque llegaron para ya no irse más. He seguido la ruta hasta quemis ojos no soportaron tanto recuerdo, escuchado su aleteo deave fusionarse con el horizonte, mirado bajar por su largura gentesen busca. Me he encontrado con los ojos en blanco de lamemoria colectiva.
La memoria colectiva, los camiones verde olivo, el progreso y sus monedas. La herrumbre de una sociedad sin voz, porque la han despojado de ella, sin opción de retorno, aparentemente.
No es el viento el que disfrazado viene es un pastizal donde la gente arde. Al tiempo que todo está en llamas, hay personas que buscan a otras personas para al menos mitigar un poco el fuego que les quema por dentro. Entonces Mabré, ese lugar que surge con la insistencia de las apariciones, punto perdido en el mapa, escucha las diferentes historias de la luz, como aquella donde trituran la poca luminosidad dentro de una casa de lámina. País de agua, margen de los hechos, versión sepultada de un libro de sueños; de ahí proviene Bartolo, del puerto donde llegan las ánimas y en donde el café que la abuela prepara es eterno.
Dice la sinfonía:
Mabré, Mabré, deja que esta calladez de imágenes meinvada y me tumbe rumor, aleteo de agua, solitario pregón,lluvia, nada.
En la Línea Amarilla cae la lluvia disfrazada. Lluvia ylínea llegan a Mabré casi en huesos.
Huesos que reposan bajo el asfalto florecen comociruelos y palmas, como zacates y baches sin recuerdos.
Tres. Un mundo de cabeza, sin cabeza
En algún sitio, la memoria florece sobre una tumba.
Jesús Bartolo elige mirar de forma detenida los infinitos paisajes que arden enésimas veces, desplaza su origen para desvanecer la distancia. Porque la distancia evoca pesos incalculables, incurables, sin fondo fijo. La confección de este libro construye cimientos de verso y prosa, sortea el crisol del poema y recubre su loza con la narrativa que flexiona el olvido para palpar el recuerdo del padre que se desvanece cuando se pronuncia en voz alta. De forma sensible, encalla en este barco colectivo e imagina otra costa posible donde el mundo quizá es mejor. Remata diciéndonos en voz baja:
Amanece como en cualquier otro lugar: sin cantos de gallocifrándose a los árboles. Mabré solamente despierta, abre lospárpados de niño hambriento. Las primeras casas nacen de laneblina […]
[…] Del futuro es mejor no hacer conjeturas.
[…] Hay que decirlo así, contarlo de esta manera. ⚅
[Foto: Gonzalo Pérez]







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