Renuncio
- Alfonso Morcillo
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura

He renunciado. No, no es una frase hueca. He renunciado no una, muchas veces. Y a varias “cosas”. No me duele que no me den like.
Renuncié a trabajos. A amigos por culpa de mujeres. A mujeres por culpa de amigos. A amigas por culpa de novias. A novias por culpa de mujeres. Renuncié a acumular chingaderas. Las tiré, las doné, las regalé. Renuncié a libros. Renuncié a ciertas estúpidas ideas. Me hice cínico. También renuncié a seguir practicando el nihilismo, aunque sin saberlo es lo único que conservo y me sale bien. Renuncié a ideas sobre cómo hacer de este perro mundo uno mejor. Renuncié a seguir haciendo fanzines, a editar revistas, a colaborar en portales, revistas electrónicas o impresas. Renuncié a viajar. Renuncié a seguir pensando que soy joven. Renuncié a la idea de ser joven. Renuncié a ser joven. Renuncié a cuidar a mi padre. Renuncié a darle albergue a mi familia. Renuncié a jugar beisbol, futbol, voleibol, basquetbol. Renuncié a crecer. Renuncié a hacerme adulto. Renuncié a seguir siendo adolescente. Ya renuncié a tanto que no recuerdo a qué tanto renuncié. Renuncié a grupos de WhatsApp. Renuncié a redes sociales. Renuncié a mandar y escribir mierda. Renuncié a escribir. Renuncié a publicar. Renuncié a ir a presentaciones de libros o inauguraciones de exposiciones. Renuncié a ir a museos o galerías. Renuncié, incluso, a beber, sin éxito. Renuncié a comprar periódicos, revistas y libros. Renuncié a mis libros preciados. Renuncié a mis camisetas viejas y rotas. Renuncié a visitar a mis amigos muertos, a mi tío muerto. Renuncié a religiones. Renuncié a amistades efímeras. Renuncié a amistades viejas. Renuncié a tomar medicinas. Renuncié, cuando el cáncer llegó, a vivir. Renuncié a la idea de dejarme morir. Renuncié a estar por siempre. Renuncié a la idea vampírica. Renuncié a la idea zombi. Renuncié a tomarme fotos y selfies, sobre todo selfies. Renuncié a viajar. Renuncié a conocer mundo; no es que conociera mucho, pero renuncié. Renuncié a decir verdades. Renuncié a un hermano. Renuncié a expresar mis sentimientos. Renuncié a compartir mis malos momentos. Renuncié, por supuesto, a psicólogos. Renuncié a filosofías. Renuncié a seguir estudiando. Renuncié a ser una “persona de bien”. Renuncié a hacer el mal. Renuncié a hacerme tatuajes hace muchos años. Renuncié a arreglarme los dientes. Renuncié, también, a sentir el dolor, aunque duela.
Dicen que no renuncié a hacerme la víctima. Es decir, me hago la víctima, por eso renuncio. Renuncio. ⚅
_________
[Foto: Carlos Ortiz]







Comentarios