Tantas heridas abiertas
- Ricardo del Carmen
- 12 may
- 3 Min. de lectura

Park Chung-hee, dictador de Corea del Sur, fue asesinado el 26 de octubre de 1979. El 12 de diciembre, su “hijo” Chun Doo-hwan tomó el control del gobierno por medio de un golpe de Estado. Esta reorganización social impulsó el resurgimiento de los movimientos que buscaban la democratización de la nación; movimientos que ya habían sido reprimidos en el periodo de Park Chung-hee. La manifestación de los estudiantes en sindicatos estudiantiles y de los sindicatos de trabajadores, así como de la población civil, sufrió una de las más brutales represiones que tuvo, en la masacre de Gwangju (del 18 al 27 de mayo de 1980), uno de los episodios más violentos.
Actos humanos aborda este paisaje de la historia coreana. Por medio de voces diversas, Han Kang reconstruye la masacre y los efectos en quienes estuvieron involucrados. La novela nos presenta a Dongho, un joven de quince años que ayuda a organizar a los cientos de cuerpos que están llegando al edificio del gobierno provincial para que sus familiares puedan identificarlos. Con él están otros jóvenes, convencidos de que su lucha es necesaria para cambiar las condiciones políticas y sociales del país. Pero Dongho esconde otro motivo: quiere encontrar a su amigo Jeongdae, a quien perdió en las manifestaciones; razón por la que se siente culpable. Conforme avanzamos en la lectura, podemos observar que casi todos los personajes de quienes el narrador testigo nos cuenta están muertos, porque nos habla desde la mirada de otros personajes que siguen vivos. El libro se construyó desde otros testimonios —así lo deja ver en el epílogo.
Actos humanos aborda la tortura y la censura como dispositivos necesarios en la perpetuación del Estado dictatorial, pero también el coraje, el dolor, el amor y la amistad. Este episodio del país dejó grandes heridas en las víctimas: madres heridas y enojadas, hermanos lastimados, inestabilidad emocional, suicidios, dolor frente al agua.
Para mí, los capítulos que mejor se cuentan son el dos: El hálito negro, y el seis: Donde se abren las flores, ambos escritos en primera persona. En el primero, el narrador es el alma de Jeongdae, el amigo que Dongho está buscando; un capítulo emotivo por mucho. Aborda el modo en que el gobierno desapareció a los cuerpos hasta que fueron borrados de la faz de la tierra. El segundo (y último del libro) es contado por la madre de Dongho y, ¿quién no se podría conmover frente al dolor de una madre por la pérdida de su hijo? Punto y aparte es el epílogo que nos explica las razones por las que Han Kang escribió este libro.
Hasta ahora he leído dos libros de Han Kang y su maestría como narradora es innegable. Este libro es doloroso e iluminador frente a un país que, hoy por hoy, es una potencia tecnológica y musical que pareciera desear ocultar su pasado perturbador, así como ocultaron los puestos de sopa de perro en los Juegos Olímpicos de 1988.
Quizás Actos humanos deba su título a esto que Peter Englund llama la belleza y el dolor de la batalla: el ser humano es capaz de los actos más atroces contra sus semejantes, pero, en medio de la desesperanza y la desesperación, también podemos encontrar a otros seres humanos llenos de bondad y de amor por los demás. Pienso ahora, en medio de estos momentos desoladores, en cómo reconstruir la historia del dolor, si nos alcanzarán las palabras para cerrar tantas y tantas heridas abiertas. ⚅
[Foto: Gonzalo Pérez]







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